No hay persona con la que pases más tiempo que contigo mismo. Por ello, es sumamente importante que aprendas a tener una buena relación contigo. Una vez que logras esto, puedes trasladar toda esa bondad y empatía hacia los demás y mejorar tus relaciones.
La empatía es una habilidad que se puede desarrollar; sin embargo, en el mundo tan caótico en el que se vive hoy en día, es difícil encontrar personas verdaderamente empáticas. Lo mismo pasa con la relación que tienes contigo mismo. Con ese ir y venir y caos cotidiano, es probable que se te olvide pausar un momento y ver cómo te sientes y qué necesitas.
Como te ames a ti, es como enseñarás a los demás que te amen.
(Rupi Kaur)
Si por tu mente pasa decir algo que no le dirías a tu mejor amigo, entonces no lo te lo digas a ti mismo.
La próxima vez que te hables de ti mismo de manera negativa, haz este ejercicio rápido. Primero, toma un pedazo de papel y un lápiz o bolígrafo y dibuja una caja con dos filas y cinco columnas. Etiqueta las columnas como: pensamiento, emoción, evidencia, nuevo pensamiento y nueva emoción.
Comienza con el pensamiento que tienes en tu mente, escríbelo y nota cómo te hace sentir para que escribas la emoción correspondiente. Después cuestiónate si lo que piensas y sientes es realmente cierto; es muy probable que no. Entonces podrás escribir un nuevo pensamiento mucho más positivo que, como resultado, te hará sentir algo positivo.
Esto no quiere decir que generes excusas por algo que hiciste, sino que te des cuenta de que pudo haber estado mal pero tienes la capacidad de mejorar y, sobre todo, de ser compasivo contigo mismo.
A lo largo de tu vida, has hecho lo mejor que puedes con las herramientas que tienes. Las lecciones que tomaste de tus cuidadores, tus experiencias, tu entorno y tu salud física y mental afectan la forma en que tratas a los demás y a ti mismo. Si tus padres no modelaron un enojo saludable, es probable que tú tampoco lo expreses de manera saludable.
En un mundo donde todo gira en torno a las redes sociales y mirar la vida de los demás, puede ser difícil no compararte. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de hacer eso agradeces por lo que tienes y te alegras por los demás? Esto, sin duda, es mucho más sano que pasar horas en las redes y ver la vida de los demás como si fuera algo que tienes que tener. Recuerda que cada quien tiene sus propias lecciones y su propia vida, nadie puede ser como tú ni viceversa.
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