El canto de los pájaros, el sonido de un río, el aroma de la tierra mojada o las diferentes tonalidades del verde de las plantas son algunas de las maravillas naturales que regalan los bosques, que te llevan a un estado de tranquilidad sin comparación.
Caminar en el bosque es una práctica muy conocida en Japón, donde existe el shinrin-yoku, que significa "baño de bosque", una filosofía oriental que forma parte del programa de salud nacional creado a principios de la década de 1980. El objetivo de esta terapia es conectar con la naturaleza, "absorber el bosque con los cinco sentidos", como expresa Qing Li, inmunólogo y autor del libro El poder del bosque.
En Japón dos terceras partes del territorio están cubiertas por superficie forestal, sus religiones oficiales —el sintoísmo y el budismo— consideran los bosques como el reino de lo divino y, sin embargo, su sociedad urbana sufre las consecuencias del estrés por el excesivo uso de la tecnología; por eso, este médico japonés ha dedicado su carrera a investigar los beneficios de esta práctica.
Esta filosofía oriental, además de incitar a la relajación y reducir la ira, podría servir para ayudar a tratar distintas enfermedades como la ansiedad, el estrés y la depresión; el autor añade: "Caminar por el bosque tiene un efecto positivo sobre el vigor y la fatiga".
Los frutos de estos paseos por la naturaleza no sólo están avalados por una filosofía milenaria, pues diversos estudios científicos han llegado a la conclusión de que podrían tener importantes beneficios para la salud:
Las sustancias que se respiran en el bosque tienen algo que ver con esa sensación de bienestar; estas sutancias son unos aceites naturales, llamados fitoncidas, que forman parte de la defensa de los árboles contra hongos, bacterias e insectos. La concentración de estas sustancias en el aire, que aumenta cuando suben las temperaturas, se percibe por el olfato, pues a su vez desprenden unos compuestos orgánicos aromáticos y volátiles, conocidos como terpenos.
Otra de las sustancias a las que alude Li en su libro es una bacteria inocua, la Mycobacterium vaccae, cuyos beneficios descubrió por error la oncóloga Mary O'Brien, del Hospital Marsden de Londres. Ella buscaba mejorar el sistema inmunológico de pacientes con cáncer de pulmón mediante una inyección de dicha bacteria. Aunque no pudo demostrar cómo ocurría, sí observó un aumento en el nivel de energía y funcionamiento cognitivo de los pacientes.
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La mejor experiencia ocurre en el bosque, pero para disfrutar de estos beneficios y particularmente del aroma que ahí encuentras no es necesario salir de la ciudad, sobre todo porque a veces es complicado encontrar un tiempo para hacerlo. Qing Li explica en su libro que es posible obtener estos beneficios al pasear por el jardín botánico o por un parque.
Si ninguna de las anteriores son opciones para ti, también puedes tener más plantas en casa e incluso considerar un jardín vertical; sin embargo, intenta darte un tiempo para disfrutar unas horas del contacto con la naturaleza cada semana, para dejar de lado las prisas de la rutina. Una última recomendación: deja el celular y cualquier otro dispositivo electrónico, para disfrutar con los cinco sentidos de lo natural.
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