El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Beneficencia o de la Caridad. Esta fecha fue inaugurada en el 2012 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin de promover el diálogo, la solidaridad y la comprensión mutua entre las personas.

Este día se enfoca en reducir las crisis que ocurren en situaciones críticas para los seres humanos, por ejemplo, las guerras, y también en complementar los servicios públicos de atención de la salud, la educación, la vivienda y la protección de la infancia.

Las metas del Día Internacional de la Caridad parten de seis grandes pilares: la dignidad, los seres humanos, el planeta, la prosperidad, la justicia y las alianzas. Cuando estos potenciales se reconocen y se fortalecen, pueden transformar la realidad y mejorar la calidad de nuestra vida y del espacio que habitamos.

El fin último del Día Internacional de la Caridad es encontrar la armonización de nuestras vidas y de nuestro planeta, y para llegar a ello se hace frente a los desafíos de la humanidad y se proponen soluciones institucionales y de redes de apoyo que contribuyan a mejorar el mundo.

Aprovechemos esta celebración para retomar sus seis pilares (la dignidad, los seres humanos, el planeta, la prosperidad, la justicia y las alianzas) y para hacer un repaso de la manera en que contribuimos al bienestar y la armonía del mundo en nuestro día a día. ¿Cuál es nuestra relación con los seres humanos y con el planeta? ¿De qué manera contribuimos a la prosperidad, la justicia y la dignidad? ¿Entablamos alianzas en beneficio del equilibrio del mundo y de nosotros mismos? Que cada festividad sirva como una invitación para mirar quiénes somos en el fondo y cómo nuestras acciones contribuyen a diversas causas.