Es una realidad que la sola mención de la palabra psiquiatría genera rechazo y muchos prejuicios, pues se asocia a la locura, a la invalidez mental y a trastornos espeluznantes de los cuales nada se quiere saber, y mucho menos pensar que podrían padecerse de pronto.
A pesar de todos sus avances, la psiquiatría aún asusta a las personas, y sólo entre el 30 y 50% de la población con algún trastorno mental decide consultar a un especialista para atenderse. Ya sea por desconocimiento, miedo o vergüenza, la gente prefiere evitar la idea de pisar un consultorio psiquiátrico. La OMS dice que al menos una de cuatro personas presenta algún grado de depresión que no se exterioriza o que se confunde con otro tipo de malestares aparentemente superfluos, y lo único que esto provoca es el avance de la enfermedad. Aunado a esto, todavía existe un profundo estigma social asociado a la psiquiatría y a los pacientes psiquiátricos.
Si de pronto alguien presenta una dolencia física, un cambio de color en la piel o una bolita extraña en algún sitio o cualquier sensación diferente a lo habitual, es un hecho que buscaría ayuda médica, pero cuando estos cambios aparecen en los pensamientos o estados de ánimo, se minimiza o se tiende a pensar que es algo que puede resolverse por sí mismo y con un poco de tiempo. Esto es muy peligroso, porque las enfermedades mentales suelen ser progresivas y, de un momento a otro, la persona puede haber cambiado por completo su manera de relacionarse. Por desgracia, la gente se acostumbra a estar triste o con miedo o estrés constante y a tomarlo como algo “normal” y parte de la realidad o condición habitual.
Pero si se hace a un lado el temor y se toma la decisión de conocer más a fondo el trabajo de la atención psiquiátrica y se reconoce la importancia de la salud mental, se alcanzarán beneficios oportunamente y así se podrá evitar que un posible problema avance. Es obvio que no todo en la vida cotidiana es enfermedad, ni cada cambio de humor tendría que acarrear un trasfondo oscuro, pero existen diversas enfermedades que podrían pasarse por alto, como resultado del estrés del día a día.
Una manera muy general para saber si algo “ya no es normal” es por medio de un análisis a conciencia del funcionamiento propio: si sientes que empiezas a experimentar cambios importantes y a perder tu capacidad de hacer actividades que antes realizabas bien, o aparecen conflictos cada vez más pronunciados en tus relaciones interpersonales, entonces es posible que tu mente te manda señales de que algo no funciona como antes.
Lo más recomendable es pedir ayuda oportuna. Aquí hay un número de atención psicológica en caso de crisis, por si alguna vez lo requieres o conoces a alguien que pueda necesitarlo: 5622-2288, horario: 8am a 8pm, de lunes a viernes (línea de apoyo de la Universidad Nacional Autónoma de México).