El miedo es una emoción negativa por naturaleza, a menos que estés frente a una amenaza real y necesites pelear o huir lo más rápido posible, así que el uso de esta emoción en la vida cotidiana es mínimo, particularmente cuando toma la forma de la ansiedad. Un evento estresante le puede producir episodios de ansiedad de corta duración casi a cualquiera. Cuando la situación pasa, por lo general la sensación desaparece.

Pero algunas personas padecen de ansiedad como una condición crónica. Seguro conoces a alguien que se preocupa todo el tiempo por… bueno, básicamente por todo. Lo que tal vez no sabes, es que estar en ese estado de ansiedad constante lo limita mucho en sus actividades diarias.

Si se trata de ti mismo, es probable que ya te hayas dado cuenta de que eres muy aprehensivo. Es común que tengas pensamientos temerosos sobre las finanzas, tu familia, el trabajo y tu salud. Algunos días preferirías quedarte en la cama bajo las cobijas.

Un aspecto típico de la ansiedad es ver pasar tus pensamientos a toda velocidad sin ser capaz de controlarlos. La meditación ayuda con esta parte del problema, al aquietar la mente hiperactiva. En lugar de engancharte con estos pensamientos de miedo, puedes empezar a identificar su verdadero origen en el silencio que existe entre cada uno de ellos. Cuando haces de esta práctica un hábito, te empiezas a dar cuenta de que tú no eres simplemente tus pensamientos y emociones. Tienes la opción de soltarlos y descansar en la paz de tu propio ser. Para lograrlo, es necesario que encuentres tu centro, y si observas que algún pensamiento te mueve, la meditación te auxilia para volver a este puerto seguro.

Tener la capacidad de centrarte es una habilidad que cualquiera puede aprender, una vez que tengas la intención y que hayas experimentado lo que se siente. La gente ansiosa muchas veces se niega la posibilidad de la meditación por sentir que su mente está totalmente superada por todas las historias estresantes que se cuentan a ellos mismos. Pero sólo son eso, historias. Una buena opción es contar con un maestro que te pueda guiar en las sesiones, aunque al principio sean cortas. No importa cuántos pensamientos vengan a ti, sólo obsérvalos y déjalos pasar. Incluso si hay de por medio medicamentos prescritos para este padecimiento, eso no bloquea la capacidad de meditar.

En varios estudios científicos se ha encontrado que la meditación es una forma efectiva de tratar la ansiedad. En uno en particular, publicado en Psychological Bulletin, se combinaron los resultados de 163 investigaciones. La conclusión general fue que practicar la meditación de atención plena (mindfulness) produce beneficios y mejoras sustanciales en rasgos negativos de la personalidad, como la ansiedad crónica.

Estas son algunas formas de aprovechar este conocimiento y complementarlo con una visión integral de una vida saludable:

• Meditación regular. No basta con hacerlo unas cuantas veces. Permite que tu cerebro desarrolle nuevos hilos de pensamiento, muy distintos a las preocupaciones usuales. Así, la mente comienza a experimentarse a sí misma sin la sombra de la sensación de ansiedad.

• Ejercicio. Pone a tu cuerpo en estado de actividad. El ejercicio aeróbico de alta intensidad te puede ayudar a descargar el estrés y mantenerte demasiado ocupado como para visitar tus pensamientos negativos.

• Dieta rica en alimentos orgánicos. Cuando eliminas el azúcar refinado y los aditivos artificiales, tu metabolismo se estabiliza. Esto ayuda a que tu actividad mental baje de intensidad y estés más tranquilo.

Con información de The Chopra Center