El narcisismo es un trastorno de personalidad diagnosticado clínicamente, que se caracteriza por una sensación de superioridad, una necesidad de admiración y una falta de empatía hacia otras personas. Un narcisista es alguien que se cree mejor que los demás, por lo que muestra arrogancia, es engreído y menosprecia a los demás.
Sin embargo, aunque todos los narcisistas comparten rasgos como la sensación de superioridad, la falta de empatía y la necesidad de control, éstos varían en nivel de gravedad y peligro, además de que se muestran a través de diferentes comportamientos, y esto da lugar a la existencia de diferentes tipos de narcisismo.
Algunos tipos de narcisismo han sido identificados y avalados por investigaciones, mientras que otros se han popularizado informalmente por varios profesionales de la salud mental. Por lo tanto, no hay un número concreto de subtipos narcisistas y aquí te hablaremos de ochos tipos que han sido reconocidos por los expertos.
Aunque pueda sonar contradictorio, sí existe un tipo de narcisismo saludable y cada persona tiene un poco de él en su interior, el cual se manifiesta cuando te sientes orgulloso de tus logros y quieres compartirlos con los demás, porque es algo que te hace sentir bien. El narcisismo saludable también es la capacidad de tener un sentido de derecho o merecimiento, al ser consciente de que perteneces a ciertos espacios y mereces cosas buenas.
En psicología, la grandiosidad se refiere a tener un sentido irreal de superioridad. El narcisismo grandioso implica sobreestimar las propias habilidades, afirmar el dominio de uno mismo sobre los demás y tener un sentido de autoestima excesivamente elevado.
Este tipo se da cuando las cualidades narcisistas de alguien se muestran abiertamente, a menudo a expensas de los demás. Los narcisistas grandiosos pueden ser encantadores, pero a menudo carecen de empatía. En las conversaciones, por ejemplo, no se relacionan con las personas, sino que buscan superarlas.
A diferencia de los narcisistas grandiosos, que se sienten superiores a los demás, los narcisistas vulnerables o encubiertos tienden a ser tímidos y modestos; suelen mostrarse angustiados, hipersensibles a las evaluaciones de los demás y son crónicamente envidiosos. Además, se ponen muy a la defensiva frente a las críticas, suelen sentirse miserables y creen que su sufrimiento es peor que el de cualquier otra persona.
Los narcisistas malignos son manipuladores y maliciosos. Muestran signos de sadismo y agresión, por lo que son el subtipo más grave de trastorno de personalidad narcisista. Les complace ver a las personas sufrir y sentirse incómodas. Por estas razones, los especialistas recomiendan poner distancia de las personas con este tipo de narcisismo, pues son las más peligrosas, además de que intentar lidiar con ellos será infructuoso y agotador.
Los narcisistas sexuales tienen una admiración egoísta y demasiado positiva de su propia destreza sexual. Pueden consumirse por su obsesión con su desempeño en el ámbito sexual y la necesidad de la admiración de los demás. Suelen ser personas muy infieles, usan el sexo para manipular a las personas y pueden comportarse de manera violenta durante las relaciones sexuales.
Los narcisistas somáticos derivan su autoestima de sus cuerpos. Esto puede manifestarse cuando alguien se siente más hermoso, más fuerte o en mejor forma que los demás, por lo que suelen estar obsesionados con su peso y apariencia física, además de que critican a los demás en función de su apariencia. Suelen ignorar las necesidades de los demás y priorizar las propias.
Los narcisistas cerebrales o intelectuales obtienen su valor personal de sus mentes, de su intelecto; en contraste con los narcisistas somáticos, que lo obtienen a partir de la apariencia física. Los narcisistas cerebrales alimentan su ego al sentirse más listos, más astutos y más inteligentes que los demás, e incluso intentarán hacer que los demás se sientan poco inteligentes. Son personas que nunca te darán la razón (aunque la tengas), porque siempre quieren tenerla ellos.
Los narcisistas espirituales suelen usar su espiritualidad para justificar comportamientos dañinos y usan la jerga espiritual para intimidar a otros. Proyectan una versión idealizada de sí mismos para escapar de su yo roto e inseguro, además, usan acciones aparentemente sensibles y espirituales como una forma de colocarse por encima de los demás. También usan la espiritualidad como una herramienta para manipular o menospreciar a otros.
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