Desde la infancia se les enseña a los niños que no deben llorar porque los hombres no lloran aunque sean niños, o sea que la disciplina social de un hombre implica, entre otras cosas, no llorar. De esa manera crecen, un poco cojos, un poco mancos, un poco (¿mucho?) impedidos para mostrar sus emociones, para exteriorizarlas y decirle al otro que necesitan tal vez un abrazo, consuelo, que se les escuche. “¡No llores! Los hombres no lloran”, escuchan cientos de veces aun cuando les duela algo, sufran una herida o algún hecho los entristezca. Los hombres son formados y educados para que entiendan que el hecho de llorar les está prohibido. A lo mejor esto no queda claro, pero imaginen que a la mitad de la humanidad, los hombres, se les prohibiera también reír. ¿Queda claro cuál es la dimensión del fenómeno?
Decirle a una persona que no llore es una forma de represión; de represión emocional si es que se le quiere poner apellido a la prohibición. Por ejemplo, de acuerdo con datos de la CIA (Central Intelligence Agency) los hombres representan el 50.4% de la población mundial. Si cruzamos esos datos con los de la ONU, nos daríamos cuenta de que en cifras redondas hay 3 mil 700 millones de hombres en el mundo. 3 mil 700 millones de personas a las cuales se les impide mostrar un sentimiento, un estado emocional. Eso es desalentador, porque prohibirle llorar (que es una cuestión natural) a alguien debe implicar otros problemas. Por ejemplo, cuando no se llora se contiene la rabia y la agresividad, trastornos que son somatizados, que bloquean las emociones y que pueden manifestarse cutáneamente mediante enrojecimientos de ciertas zonas de la piel, prurito, etcétera.
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Es importante que enseñemos a los niños que mostrar sus emociones es un hecho normal, que llorar es parte de ser una persona. Es importante no reprimirlos y enseñarles que el llanto es una emoción natural, como reír, para que cuando crezcan entiendan que es un hecho que ocurre. El llanto, además, implica beneficios para la salud psicológica y física:
¿Cuándo fue la última vez que lloraste? ¿Lloras a menudo? Coméntanos tus experiencias.
Con información de Psychology Today