¿Ya viste el video del experimento social sobre el secuestro? Si no lo has hecho, al final de esta nota lo puedes ver y te cuento brevemente: un auto se detiene de pronto frente a Bellas Artes, mientras decenas de peatones cruzan la calle; forcejean con uno de ellos hasta someterlo y llevárselo, ante la mirada atónita de los testigos. Nadie hace nada; algunos incluso niegan haber visto lo que pasó, a pesar de que parece inevitable notarlo.
La iniciativa de las organizaciones Alto al Secuestro y Mensajeros Urbanos pone el dedo sobre la llaga de uno de los mayores males de nuestra sociedad: la falta de empatía. Y no quiero juzgar las reacciones de nadie, finalmente no sabemos lo que haríamos hasta que nos tocara vivir esa situación o cualquier otra; de hecho, no tiene que ser algo violento o colectivo.
Aplica desde lo más insignificante, como por qué alguien se viste de tal o cual forma, hasta lo más trascendente, como qué podemos hacer por cuidar al planeta, combatir desde nuestra trinchera la desigualdad o promover la conciencia.
La empatía es una virtud transformadora, a nivel personal y social. Sin mucho rollo ético y para decirlo con sencillez: supone que antes de hacer u opinar cualquier cosa, te pones en los zapatos del otro.
Es también uno de los pilares de la filosofía del yoga y una de las formas prácticas de sentir y expresar los beneficios de esa disciplina más allá del tapete, fuera del salón en el que durante 1 hora te relajas y sientes la paz.
El video me impresionó mucho y realmente me hizo reflexionar. Por eso quise compartirlo aquí y lo dejo acompañado de una pregunta que, me parece, vale la pena hacernos siempre que haya duda sobre cómo actuar: ¿qué aconsejarías a otro hacer en tu lugar?
NAMASTE