Desde que eres pequeño comienzas a adoptar cierto tipo de actitudes que en el momento pueden parecer inofensivas, pero a la larga se convierten en hábitos que pueden dañar tus relaciones personales. Los conviertes en parte tuya y parece casi increíble apartarte de esos comportamientos. Sin embargo, si algo es dañino para ti y los que te rodean, tienes que hacer algo al respecto.
“Lo que te choca te checa” es una de las frases que seguramente has escuchado mucho. Y es, en cierto grado, muy cierta. El mundo exterior es un reflejo de tu mente, por lo que antes de juzgar, criticar u opinar acerca de la vida de los demás, tienes que pensar muy bien en cómo estás tú y si tu opinión es realmente objetiva o solamente un reflejo de lo que piensas.
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa en el cual atribuyes a otros sentimientos, pensamientos o impulsos propios que tú mismo niegas. Se activa en situaciones de conflicto emocional o cuando te sientes agredido física o mentalmente. El lado tóxico de la proyección se basa en pensar que los defectos los tienen otros, pero nunca tú. Freud decía que se utiliza como una manera para evitar emociones reprimidas.
Algunos ejemplos de proyección son los siguientes:
Neurótica: En este tipo de proyección, la gente puede atribuir sentimientos, motivos o actitudes que encuentran inaceptables en sí mismos a otra persona.
Complementaria: Ocurre cuando los individuos asumen que otros se sienten de la misma manera que ellos. Por ejemplo, una persona con una determinada persuasión política podría dar por sentado que sus amigos y familiares comparten esas creencias.
Deja de decir que todo está bien. Cuando reconozcas tus emociones, buenas o malas, y las aceptes, dejarás de proyectarte en los demás. Date cuenta de cuántas veces dices “Estoy bien”, a ti mismo o a los demás.
Medita. La atención consciente ha demostrado ser tan efectiva para ayudar a las personas a estar más en contacto con su forma de pensar y sentir que ha tomado por asalto a la comunidad psicológica en los últimos años.
Una toma moderna de las antiguas prácticas orientales consiste en aprender a aprovechar el poder del momento presente, donde residen tus verdaderos sentimientos y pensamientos.
Pasa más tiempo contigo mismo. De esta forma podrás conocerte mucho más y estar en contacto con tus emociones. No se trata de pasar el tiempo solo enfrente de la televisión, sino de pasar momentos de calidad en donde puedas aprender más de ti. Por ejemplo, leer libros de autoayuda, estudiar, escuchar música o hacer alguna actividad manual.
Cuestiona tus pensamientos. La proyección es la forma en que la mente te engaña para que no sientas lo que necesitas sentir. ¿Y qué pasa si dejas de creer que todos tus pensamientos son la verdad del Evangelio y empiezas a reconocer que la mayoría de tus pensamientos son una mezcla de suposiciones, viejas creencias y dudas?