Parece que todos los días las cosas van rápido. Te despiertas y comienzas el día con un sinfín de pendientes e incluso de cosas que dejaste el día de ayer. No está mal querer ser productivo, pero en la actualidad se confunde la productividad con estar ocupado todo el tiempo. Esta es una gran falacia. Puedes estar 9 horas en una oficina, pero ponte a pensar cuántas de esas horas realmente son productivas.
Vivir así ya está de moda, y entre más cosas tengas por hacer, se cree que más “exitoso” eres. Pero en realidad, vivir así afecta tu bienestar y tus relaciones. Estás con tu familia y sigues pegado al celular y los deberes que dejaste pendientes. Todo es ir, correr, hacer. ¿Por qué no te das unos momentos para bajarle al ritmo y experimentar lo que haces de forma consciente?
El movimiento slow no se trata tampoco de ver la vida pasar y ya, sino de comprender mejor tu realidad para que puedas vivirla, con toda la expresión de la palabra. Es como lo que dice el mindfulness: vivir conscientemente cada momento.
Esto puede ser traducido también a los momentos en donde necesites sentir calma. Tal vez te encuentras en una situación de estrés o algún problema. Si aprovechas lo que esta filosofía puede hacer por ti, te darás cuenta de que vivir las cosas con calma te será más benéfico.
Cuando decides vivir con este pensamiento, puedes obtener los siguientes beneficios: