Todos necesitamos amigos, hasta los náufragos que se quedan en una isla y le pintan una cara a un balón para tener con quién charlar. De acuerdo con Josepa Cucó i Giner, antropóloga española especializada en antropología social:
La amistad es una construcción social y culturalmente modelada. El contenido y las formas de amistad cambian según el contexto cultural e histórico […] La amistad puede caracterizarse por un tipo de reciprocidad. Los lazos de amistad se encuentran regulados por un sistema de obligaciones recíprocas y conjunto de sanciones y restricciones reales o simbólicas no necesariamente explícitas.
La amistad se construye a partir de encuentros y desencuentros, de afinidades, de gustos y coincidencias. Si apelamos a lo emocional, se construye con la sensación de bienestar que surge entre dos personas que conversan en distintos niveles, no sólo a través del habla. La amistad es una alianza para acercarse y entender el mundo. Esta alianza no sólo se da entre seres humanos; algunos animales como los chimpancés la cultivan y les sirve para desarrollarse como sociedad. Cuando se es niño resulta mucho más sencillo construir lazos de amistad con nuestros semejantes, pero mientras crecemos y los gustos e intereses se modifican, además de que ocupamos más tiempo para actividades solitarias, se complica hacer amigos, tener amigos. La amistad en la vida adulta implica más esfuerzo, y en varias ocasiones no estamos o no tenemos los mismos ánimos de encontrar con quién conversar, con quién jugar, con quién salir. Nos autosaboteamos.
Debemos entender que la amistad es necesaria para nuestro desarrollo personal. A través de los amigos descubrimos cosas que no sabíamos. Tener amigos significa percibir la realidad de diferentes formas y nos ayuda a ensanchar el mundo. Las alianzas que tenemos con los amigos nos pueden ayudar a manejar de mejor manera los sentimientos, hacer de una manera más eficaz nuestro trabajo, tener más posibilidades de éxito. De algún modo, eso de que los amigos son la familia que elegimos coadyuva para que podemos entender nuestras propias emociones.
La amistad también beneficia la salud de las personas, emocional y física:
Si tienes un amigo al que no has visto en mucho tiempo, quizá puedas aprovechar algún pretexto y hacerle una visita.
¿Con qué tanta frecuencia te reúnes con tus amigos? No pongas de pretexto tus ocupaciones; búscalos.
Con información de Live Science