Hoy en día parece que está de moda tener ansiedad. Todo mundo lucha contra ella. Las redes sociales, los medios, las revistas, todo tiene la recomendación perfecta para que por fin puedas vivir sin ansiedad. Pero, ¿qué pasaría si, en lugar de pelear contra ella, le ves el lado bueno?
La ansiedad es eso que sientes cuando algo simplemente no está del todo bien, esa intuición que viene desde tus entrañas. Eso que ha hecho que el ser humano sobreviva. Tan sólo ponte a pensar en nuestros antepasados. ¿Cómo crees que sobrevivían a la caza y a vivir rodeados de animales predadores? Ellos no tenían la comodidad que tienes en estos momentos. O por ejemplo, las personas que vivieron en la época de las guerras, del caos mundial, ni siquiera en esos momentos había tanta ansiedad como ahora. La gente era mucho más resiliente.
¿Entonces qué pasa? ¿Por qué si tienes “todo” en este momento, estás tan ansioso? Tienes internet, estás conectado todo el día con personas que no están a tu lado, se te antoja algo y vas a la tienda; básicamente todo está al alcance de tus manos, tienes un sinfín de libros acerca de cómo deshacerte de la ansiedad, ¿y qué pasa? sigues con esos ataques. Tal vez es justo eso, la hiperconectividad, la vida de hacer y hacer todo el tiempo, la facilidad con la que tienes las cosas y, sobre todo, esta búsqueda constante de “ser felices”.
Antes que nada, hay que comprender qué es realmente la ansiedad, porque muchas personas podrían confundirla con la impaciencia o el nerviosismo. ¿Qué le pasa a tu cuerpo y tu mente cuando tienes ansiedad?
Usualmente, se caracteriza a la ansiedad como una sensación intensa de miedo, preocupación o aprehensión. Te afecta de manera emocional y también físicamente. Es decir, comienzas a sentir esta preocupación, sientes cómo tu corazón empieza a latir rápidamente, sudas, tus pensamientos se nublan y parece que caes en un hoyo sin fin.
Si todo suena tan mal, te preguntarás entonces cuál es el lado bueno de la ansiedad. Diversos estudios han demostrado que sentir estrés y ansiedad en cierta medida no es necesariamente algo malo. El estrés bueno se conoce como eustress y es el que te mantiene motivado y emocionado por la vida. Lo mismo pasa con la ansiedad.
Es probable que tu ansiedad sirva como una herramienta de aviso sobre tu situación actual. Si algo te estresa o no puedes dejar de pensar en eso, puede que sea un aviso de que es momento para hacer las cosas de forma diferente.
La preocupación y el nerviosismo recurrentes pueden ser indicadores de que algunas áreas de tu vida no están del todo estables. Solamente necesitas encontrar la manera de ajustarlas de forma objetiva y consciente. No se trata de que tomes decisiones rápidas y sin pensar, porque al final esto te dará más ansiedad.
En lugar de ser considerada un obstáculo, la ansiedad puede ayudarte a sentirte más motivado y preparado para enfrentar los desafíos de la vida. Las investigaciones han demostrado que los estudiantes y atletas que experimentan algo de ansiedad, en realidad muestran un mejor desempeño en las pruebas o mientras participan en deportes competitivos.
La próxima ocasión en que te sientas ansioso por algo, detente un momento y mejor piensa cómo esa ansiedad puede ayudarte, y no permitas que se agrave más el sentimiento.
No se trata de luchar en contra de ella. Como cualquier emoción, la idea es que comprendas por qué está ahí, qué quiere decirte y cómo vas a lograr respetarla sin que tome un espacio grande en tu vida.
Aprender a manejar los ataques de ansiedad, al final, solamente te hará crecer como persona. Te darás cuenta de que esos ataques sí son controlables, que solamente requieres tenerte paciencia, conectarte con lo que realmente necesitas y ante todo, respetar tus necesidades.
Sonríe, respira y ve lento.
(Thich Nhat Hanh)