Algo que he notado últimamente es que, afortunadamente, el estigma de ir a terapia ha bajado cada vez un poco más. Inclusive, me parece ahora (al menos para algunas generaciones) lo que está bien visto es ir a terapia y hacerte cargo de tu salud emocional. 

Poco a poco hemos ido dando pasitos para que este tema sea mucho más abierto; y espero que eventualmente podamos vivir en un mundo en el cual hablar de lo que sientes y de lo que te pasa con cualquier persona no sólo sea válido, sino que se vea como algo normal. 

Aunque me gusta mucho ver estos cambios y que mis redes sociales cada vez tienen más contenido relacionado con la salud mental, aún existen algunos motivos o creencias por los cuáles mucha gente prefiere no ir a terapia. Así que esta vez me gustaría hablar un poco de esto. 

Uno de los motivos que yo más escucho para no ir a terapia es “mi vida no está mal” y la mayoría de las veces que alguien dice eso, posiblemente le diga que tiene razón; porque tenemos la idea de que debemos ir a terapia si nuestra vida es una cosa terrible (claro, cada quien elige qué significa terrible; para una persona estar soltero puede ser terrible, pero para alguien más puede ser lo mejor que le ha pasado), que quizá sólo necesito ir a terapia si estoy solo en la vida, o si mis relaciones son terribles, o si no tengo trabajo, por nombrar algunas cosas. 

Es muy, muy común que muchos de mis pacientes, cuando llegan a consulta, me digan que les da culpa ir a terapia porque tienen todo, tienen una familia, tienen una casa, pueden ir a la escuela o tener un trabajo y que entonces no tendrían por qué estarse “quejando”, pero creo que justo el tema y lo que me gustaría compartir en este espacio es que nos han enseñado que solamente tenemos permiso de sentirnos “mal” bajo ciertas circunstancias o motivos, que sino es algo “terrible” lo que nos pasa, no tendríamos por qué sentirnos mal; por lo tanto, si no estoy "mal", pareciera que no tengo permiso de ir a terapia. 

Para mí, ir a terapia significa darme permiso de ver que se vale no sentirme bien o que haya cosas que no tengo acomodadas, aún teniendo una vida bastante plena. Puede ser que no te sientas a gusto con la vida que tienes hoy en día y es completamente válido querer cambiarla y querer hacer algo distinto; se vale tener cosas que siempre soñaste y aún así sentir que no es suficiente, que tú no eres suficiente, o sentir que estás fallando; se vale también estar pasando por momentos difíciles, como ansiedad o depresión, y querer salir de eso; y sobre todo, se vale querer sentirte acompañado, sea cual sea el momento que estás pasando.

Todo lo anterior me lleva a la siguiente creencia por la cual no vamos a terapia, que es: “yo debería poder (hacerlo, arreglarlo, manejarlo, superarlo, solucionarlo) solo”. Esta es una de las creencias que, desde mi perspectiva, de lo que yo he vivido y lo que he visto en amigos, pacientes, familia, hace un montón de daño.

Pareciera que nos educaron para tener que poder solucionar todo de la manera correcta y, además, solos; que si pedimos ayuda nos hace menos valiosos, menos inteligentes o quizá menos fuertes, y entonces intentamos hacer todo para poder solos. 

Lo más paradójico de esto, es que seguro sí podemos solos, porque posiblemente si estás leyendo esto, ya tienes los suficientes años para voltear a ver tu historia y ver cómo en más de una ocasión has podido solucionar o afrontar algo difícil sin ayuda; entonces, poder solo siempre es una opción, una que siempre podrás tomar. Pero probar el otro lado de la moneda y sentirnos acompañados puede hacer que las cosas por las que pasamos se vean distintas.  

A lo que voy con todo esto es a que no hay una definición de “estar mal”, al menos no una definición universal y que aplique para todo mundo. Entonces, se vale pedir ayuda cuando sientes que no puedes con algo en tu vida, sea lo que sea; se vale tener la vida que siempre soñaste y aún así no sentirte pleno; se vale tener una vida en la que te sientes pleno y aún así querer sentirte acompañado o inclusive aprender a disfrutar.

No hay una razón específica por la cual sea válido ir a terapia, porque cuando se trata de estar bien, todo se vale. Y lo más bonito de esto es que, para mí, ir a terapia es un acto de amor propio, un acto de cuidado hacia mí, un acto de escucha hacía mi, no necesariamente significa estar mal. 

Para mí, lo que realmente significa buscar ayuda a través de la terapia es no querer pasar sola cualquier vivencia, situación o momento, porque eso ya lo he hecho, sé cómo es y no me gusta como se siente. 

Para ti, que has ido a terapia, ¿qué significa?, ¿cómo diste el paso?, ¿de qué forma te ha ayudado? Si no has ido y no quieres ir, también se vale. Y si no has ido y sí quieres ir, se vale tener miedo, pero te prometo que la recompensa, ¡lo vale todo!

¡Nos leemos la próxima! 

Lorena López Niño de Rivera, de Evolución Terapéutica.

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