Aceptémoslo. Nuestra alma tiene un anhelo nato: experimentar su origen infinito, saborear el banquete de la completud que alguna vez –antes de encarnarse en un cuerpo humano– gozó y que aún aquí, ahora, planeta Tierra, le pertenece por derecho de nacimiento. Pero, ¿cómo reencontrarse con esa vastedad en medio de tantos otros anhelos, o mejor dicho, deseos, que surgen al experimentar la vida desde la materia?
A través de su experiencia humana, el anhelo primigenio del alma tiende a mezclarse con las necesidades del cuerpo y la avidez de la mente por satisfacer cada una de ellas, y cuando ésta encuentra que hay placer de por medio, se vuelven prioridad. El éxito económico, el reconocimiento social o sentimental, la delicia de un chocolate caliente en clima lluvioso, el calor del fuego en el hogar, el cobijo de un abrazo... Más allá del “bien” o del “mal”, el deseo es un proceso natural y motor de la vida humana, pero que tiene un origen trascendental: aspirar a la plenitud.
El problema llega cuando este anhelo se pierde en el placer por el placer hasta la inconsciencia, cuando el alma es eclipsada por las pulsiones animales, las tramas mentales o la sobreestimulación del mundo exterior. Cuando, por ejemplo, se cree que los likes sociales dentro o fuera de la pantalla son la fuente de la felicidad o la única vía para experimentar la completud. Entonces, nos encontramos con los frecuentes casos de alguien que ganó la lotería pero al poco tiempo se suicida, los ídolos pop que dejan este mundo abrumados por la soledad o magnates que comprenden en carne propia que, como cantaban The Beatles, “no pueden comprar amor”. Porque ni éste ni la felicidad son cosas, sino experiencias, muchas veces más sencillas de obtener que construir una mansión con parque de diversiones incluido. A veces basta con dar, compartir, sentarse ante un paisaje, inhalar, exhalar, maravillarse ante los milagros de la Creación o “simplemente” mirar hacia el interior y descubrir el cosmos expandiéndose a cada latido del corazón.
La persecución de objetivos materiales a toda costa puede generar bloqueos que no permiten ver la capacidad innata del alma para expandirse y unirse con el infinito. El deseo satisfecho podrá brindar instantes memorables, pero por ser de naturaleza material, tiene fecha de caducidad. Entonces sobreviene el síndrome de abstinencia o sensación de vacío que busca alargar los eventos placenteros: tener más, desear más, ganar más… creando apegos que atan y esclavizan.
Pero cuando podemos identificar que el mundo material existe para servirnos, que los negocios, el trabajo, el éxito o el dinero son grandes herramientas para nuestro transcurrir humano, mas no el objetivo del alma, cuando nos damos el tiempo de escuchar claramente el anhelo que palpita en el centro del corazón y atendemos al llamado de “esa vocecita” que nos recuerda fuimos hechos para experimentar el banquete del infinito dentro de nosotros y en cada una de nuestras vivencias, podemos encontrar el camino que nos conduce hacia la realización espiritual dentro de nuestro viaje material y entender el segundo sutra para la era de Acuario: “Hay un camino para atravesar cada bloqueo”.
A esta conciencia nos lleva Mandhavani Kriya, una meditación dada por el maestro Yogi Bhajan para superar los bloqueos, mirándolos como lo que realmente son: oportunidades para potenciar tu creatividad, crecer y progresar en tu camino de vida.
Instrucciones
Siéntate en Sukhasana con tu espina dorsal recta. Mete ligeramente tu barbilla al cuello para que permanezca paralela al piso. Abre el espacio: cierra los ojos y junta tus manos al centro del pecho en mudra de oración. Inhala y entónate con el Adi Mantra: “Ong Namo GuruDev Namo”. Cántalo tres veces mientras recuerdas mentalmente su significado: “Yo saludo a la sabiduría infinita, siempre creativa y de origen divino que me conecta con la cadena dorada de maestras y maestros espirituales hasta este presente en que contacto a mi maestro interior”. Inhala, exhala, relaja y prepárate para la meditación.
Mudra: Coloca tus antebrazos paralelos al piso justo a la altura de la garganta. A unas 6 pulgadas de este punto, coloca tu mano izquierda extendida con la palma viendo hacia abajo y los dedos apuntando hacia tu derecha. Extiende el pulgar izquierdo apuntando hacia tu garganta. Coloca tu pulgar derecho entre pulgar e índice izquierdos y desplázalo al centro de la palma izquierda. Mantenlo presionando este punto. Deja que los demás dedos y palma de la mano derecha reposen en el dorso de la mano izquierda, presionándola.
Tip: La clave de esta meditación es crear una cerradura firme con el pulgar derecho entre el pulgar e índice izquierdos y mantener la presión del pulgar derecho al centro de la palma izquierda.
Mantra: Aad Sach Jugaad Sach, Hai Bhay Sach Naanak Hosee Bhay Sach. Se pronuncia: Aad Sach, Yugaad Sach, Jhe bhi Sach, Naanakh Jhosi Bhi Sach. Y significa: “Verdad en el principio, Verdad a través de las eras, Verdad incluso ahora, Oh Nanak –Guru fundador del Sikh Dharma que también significa 'nunca digas no'–, la Verdad siempre será”.
Cierra los ojos. Inhala profundamente y exhala mientras cantas el mantra en monotono. Continúa con este patrón de canto hasta 31 minutos. Puedes comenzar por 3 minutos e ir incrementando el tiempo gradualmente a 6, 9, 11, 22 y 31 minutos.
Cierra el espacio juntando tus manos al centro el pecho en mudra de oración y entona dos rondas del mantra Que el eterno sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior guíe tu camino. En la segunda ronda repite dos veces más guíe tu camino. Finaliza entonando tres Sat Nam largos. Observa los cambios; cambia.
¿Qué hará por ti?
Te permitirá cultivar y conocer tu corazón para actuar desde su claridad. Genera un estado de calma extrema que te permite saber cómo avanzar en tu camino espiritual y alcanzar las metas que te ayuden a realizarte como ser humano. Podrás abrazar y reconocer tus emociones como vínculos que te lleven a descubrir lo que realmente importa a la misión de tu alma. Cuando sientas que te inunda una marejada emocional, te brinda claridad, coraje, balance y conciencia para hablar, decidir y actuar de manera congruente.
El mudra crea una polaridad: la mano derecha, contraída, es yang; la mano izquierda, receptiva, es yin. Cuando el pulgar derecho presiona el centro de la mano izquierda, estimula el punto Talahrida o “protector del corazón”; propicia su armonía, pulmones y circulación saludables. El pulgar izquierdo apuntando a la garganta te vuelve receptivo hacia la proyección y manifestación de tus palabras.
El mantra fue dado por Baba Siri Chand –hijo de Sri Guru Nanak Dev Ji y maestro yogui que entrenó a varios de los Gurus Sikhs– para ir a la esencia de cualquier situación, desbloquearla y abrir camino a los milagros que están por manifestarse. Su significado nos recuerda que al inicio y al final, el verdadero guía espiritual reside en nuestro corazón; él nos dará esa respuesta que trasciende miedos o prejuicios, que nos permite crear, elevar y experimentarnos como canales de el alma universal. Al concentrarte en el sonido del mantra, el ego se disuelve y desde tu finitud, experimentas el infinito; estás en este cuerpo, aquí, ahora, y sin embargo, existes más allá del tiempo.
La práctica de esta meditación, incluso por corto tiempo, abre tu percepción. Los bloqueos que antes parecían absolutos se esfuman y resulta más sencillo ver a través de la oscuridad. Entras en un estado que te permite descubrir las bendiciones en tu vida cotidiana; un estado de gratitud y felicidad constantes, en presencia de la inteligencia y belleza de todo lo que te rodea. De aquí el nombre de la meditación: cuando experimentas una felicidad tan plena que percibes la mano y la gracia de Dios acompañándote en cada respiración y actividad de tu día a día. En ese estado, toda victoria es tuya, y sin embargo, entiendes que sólo hay una victoria por lograr: la conquista de tu corazón.
Sat Nam.
(Texto adaptado a partir de un texto del maestro Gurucharan Singh Khalsa)