Enfrentarme a dos duelos casi al mismo tiempo –la ruptura amorosa más dura que he vivido hasta el momento y la muerte de mi papá– me llevó a reencontrarme con lo más profundo de mi ser. Me enseñó que la fortaleza también existe cuando la vulnerabilidad está presente, cuando tenemos miedo, pero tenemos el valor de reconocerlo.
De manera intuitiva decidí experimentar nuevas aventuras que nunca me habían pasado por la mente: ¿subir una montaña? ¿Por qué no? Tras el primer ascenso decidí hacerle una ofrenda a la Madre Tierra que me permitiera sanar y aprender de ella.
No importa el nivel de experiencia, ya que en el montañismo apenas soy una principiante. Estoy descubriendo paso a paso cómo acercarme a ella y los aprendizajes me han servido para vivirlos día a día, ya que no están muy lejos de la realidad diaria.
La exigencia física es importante, pero el trabajo mental es la clave. Creemos que somos nuestros pensamientos, y estamos muy equivocados. Cuántas veces al día nos decimos que no podemos, que no somos suficientes y nos comparamos con los demás, cuando en realidad con dedicación, esfuerzo, entrega, valor y disciplina podemos lograr lo que decidamos.
Con amor y respeto a nosotros mismos podemos ir más allá de nuestros pensamientos, y ante el primer “No puedo”, un ¿"Por qué no?" me llevó a descubrir lo que creí imposible.
Aquí te comparto mi historia…
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