A pesar de que las hormonas se encuentran presentes naturalmente en todos los alimentos de origen animal que consumimos, en los últimos años se ha extendido la práctica de utilizar hormonas artificiales para que las industrias avícola, ganadera y agropecuaria maximicen su producción. Cada día se extiende más la preocupación por las posibles repercuciones que esta práctica podría traer en la salud de los consumidores. Existen muchas afirmaciones —con poco o nulo rigor científico— que vinculan las hormonas sintéticas a enfermedades como el cáncer, ¿son realmente tan dañinas las hormonas artificiales? Te presentamos los tres principales mitos alrededor del tema:
1. Todas las hormonas en la comida son dañinas.
Esta afirmación es falsa: no todas las hormonas son dañinas para el organismo, existen algunas, como los fitoestrógenos, presentes en productos de origen vegetal como la soya, que bajo algunas condiciones inclusive podrían resultar beneficiosas, pues ayudan a regular el funcionamiento del metabolismo, sobre todo en el caso de mujeres en edad menopáusica.
Además, las hormonas están diseñadas para influir en los procesos biológicos de la especie para la que fueron específicamente creadas, así que, por ejemplo, las hormonas que podemos encontrar en la leche no presentan ninguna actividad en los seres humanos pues no fueron diseñadas para ellos sino para las vacas.
2. Todos los alimentos de origen animal contienen clenbuterol.
Falso. El clenbuterol es una hormona que se utiliza para aumentar la masa muscular y disminuir la grasa en los animales y está relacionado con algunas afecciones metabólicas. Su uso está expresamente prohibido en México, sin embargo, la Secretaria de Salud ha afirmado que es posible que se siga utilizando de manera clandestina en algunos rastros. Lo que significa que aún podamos encontrarla en algunos productos de origen animal de mala calidad, pero de ninguna manera en todos.
Por otro lado, las hormonas son fracciones de proteínas, que, al someterse al proceso de digestión, se rompen en aminoácidos, así que el organismo ni siquiera las digiere como hormonas. Esto es algo que muy pocas personas investigan antes de preocuparse.
3. Solamente los cultivos orgánicos están libres de químicos
Este mito también es falso, nada puede garantizar que un cultivo se encuentre libre de químicos o que una cosecha no contenga residuos, a menos que se mantuviera completamente aislado o dentro de una burbuja, pues la polución puede venir del aire o del agua con que se riega, incluso la tierra en la que siembra, aunque no se utilicen químicos puede estar ya mezclada con ellos. Hasta la lluvia contiene residuos químicos que es imposible evitar. Así que no, orgánico no es sinónimo de libre de químicos.
Si te preocupan los efectos que las hormonas u otros aditivos de alimentos pudieran tener sobre tu salud, la mejor opción es conocer el origen de lo que consumes y, en caso de querer profundizar en el tema, recurrir a fuentes serias. No te dejes llevar por el alarmismo sin sustento.