Por todos lados hemos escuchado que el desayuno es la comida más importante del día, y efectivamente, tal aseveración no es gratuita: al despertar, nuestro cuerpo, que ha pasado un mínimo de 8 horas en “modo de espera” necesita los nutrientes y la energía adecuada para activarse e introducirse a la rutina cotidiana sin problema alguno. Sin embargo, en muchas ocasiones, no tomamos en cuenta las recomendaciones del correcto desayuno y pasamos por alto que esta comida, además de proveernos de los nutrientes requeridos, también regula el ciclo metabólico de nuestro cuerpo para así aprovechar al máximo las vitaminas, proteínas y carbohidratos que entrarán al organismo en las comidas posteriores. Desayunar adecuadamente propicia que nos mantengamos en forma y no subamos de peso de manera abrupta.

Los tiempos apresurados para entrar a la escuela o al trabajo y el ritmo acelerado de las ciudades son uno de los principales factores para que no dediquemos el tiempo necesario a desayunar. La prisa y el estrés hace muy fácil olvidar lo necesario de una buena alimentación, y por lo tanto, ocasiona que busquemos con mayor frecuencia las comidas rápidas y poco saludables que se nos ofrecen en cualquier esquina. Otro factor decisivo es el desconocimiento de la importancia del desayuno saludable. Existen algunas prácticas comunes y poco benéficas que, por ignorancia o hábito, solemos repetir sin cuestionar o darnos cuenta de que podríamos estar afectando nuestra salud más que fomentando la correcta nutrición; a continuación algunas de las más usuales:

1) Consumir fructosa en exceso suele ser contraproducente. La fructosa (que es lo que vuelve dulces a las frutas) es un azúcar natural mucho más saludable, pero aún así, no deja de ser azúcar que, en dosis elevadas, puede ocasionar los mismos problemas que el azúcar procesada. Una forma muy común de elevar estos niveles son los licuados o smoothies que combinan más de tres tipos de frutas distintas. A pesar de lo deliciosos que puedan ser, no es recomendable hacerlos seguido, más aún si no complementamos con otros alimentos. El problema empeora cuando, además de esto, añadimos cucharadas de azúcar extra.

2) El pan dulce es de los alimentos menos saludables. Desayunar únicamente piezas de pan dulce aumentará la cantidad de carbohidratos en nuestro cuerpo que terminarán convirtiéndose en azúcar, ocasionando incrementos acelerados de peso y problemas de colesterol alto. Es preferible que el pan dulce se consuma en cantidades mínimas y siempre acompañado de frutas y leche. Además, será mucho más saludable preferir las harinas integrales a las refinadas.

3) El jugo de naranja sin acompañamiento puede ser irritante. En algunas ocasiones los zumos ácidos pueden irritar el estómago en personas sensibles o con gastritis. Siempre será mejor combinar jugos cítricos con otro tipo de alimento para reducir la acidez que llega al estómago, sobre todo después de que ha pasado tantas horas vacío. Los cítricos más usuales en el desayuno son las naranjas, toronjas, mandarinas, guayabas y piñas y hay que moderar su consumo cuando sufrimos algún problema estomacal.

4) El cereal de granos como trigo, arroz, maíz y otros, es una opción muy saludable siempre y cuando no tenga demasiado azúcar añadido. Los cereales que además de las semillas contienen chocolate, colorantes artificiales o malvaviscos son una bomba de azúcar que sabrá muy bien pero que no beneficia en nada a nuestro cuerpo en el aprovechamiento de los nutrientes. Cereales con alto contenido de fibra y poco endulzante encabezan la lista de mejores opciones para empezar la mañana.

No se trata de privarnos de los alimentos que nos gustan, todo es cuestión de regular su consumo y procurar cambiar los malos hábitos alimenticios poco a poco, pero sobre todo, la clave está en dedicar tiempo suficiente al desayuno, no pasarlo por alto ni sacrificarlo por la prisa matutina de llegar a la escuela o al trabajo. Un desayuno completo nos preparará para enfrentar los retos del día a día.