Es muy común que se relacione la enfermedad celíaca con la intolerancia al gluten, sobre todo porque los síntomas digestivos de ambos padecimientos son muy similares; sin embargo, se trata de dos cosas distintas. La enfermedad celíaca consiste en un defecto del intestino que impide la absorción adecuada de los nutrimentos de la comida, por lo que puede ocasionar desnutrición, mientras que la intolerancia al gluten ocasiona una reacción digestiva adversa —como malestar o inflamación abdominal— cuando la persona consume alimentos con gluten, y no provoca desnutrición.

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Tan sólo el 2% de la población se encuentra diagnosticada con alguno de estos dos padecimientos; no obstante, cada vez es más común que se descarte el gluten de la dieta al más mínimo síntoma de malestar digestivo. Esto puede resultar contraproducente debido a que después de dejar el gluten los malestares digestivos pueden mejorar aparentemente, pero los síntomas tienden a volver y agravarse.

Según el Doctor John Douillard, en su libro Eat Wheat (A Scientific And Clinically- Proven Approach To Safely Bringing Wheat and Dairy Back To Into Your Diet), “la comida que contiene gluten no es un accidente de la naturaleza, los humanos han estado comiendo trigo por millones de años por una buena razón”, que son los múltiples beneficios que éste y otros granos con gluten aportan a nuestro organismo. Eliminar los granos de nuestra dieta sin un diagnóstico médico previo puede traernos severos trastornos nutricionales. 

Antes de tomar decisiones alimenticias que pongan en riesgo tu salud, infórmate y consulta a un especialista.

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