Cada 16 de octubre, desde 1979, se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, una celebración promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el objetivo de disminuir el hambre en el mundo, propósito que también busca la Agenda 2030 con su meta de hambre cero.

Este año, la celebración hace un llamado mundial a la solidaridad para conseguir que los alimentos saludables lleguen a todos los rincones del planeta, especialmente a los lugares más desfavorecidos y que han resultado más dañados por la crisis de la pandemia de covid-19. 

Esta fecha también es una invitación para reflexionar sobre los alimentos que consumes y si lo que comes es realmente saludable. Pero, ¿qué es una alimentación saludable?

Comer sano permite conseguir y mantener el funcionamiento óptimo del organismo, conservar y recuperar la salud, así como reducir el riesgo de padecer enfermedades. También asegura la reproducción, la gestación, la lactancia, el crecimiento y el desarrollo óptimo de las personas. Una buena nutrición aporta los nutrientes y la energía necesaria a partir de alimentos saludables. 

“No es lo mismo obtener hidratos de carbono a través de harinas que de cereales integrales. Así que no sólo debemos fijarnos en los nutrientes que nos aporta el alimento, sino que en su conjunto sea una fuente saludable”, asegura el doctor Fernando Pérez Galaz, coordinador del Instituto de Obesidad y Síndrome Metabólico del Hospital Ángeles Lomas y director de la Clínica integral Balianz.

La correcta alimentación es un estilo de vida

Una vida sedentaria, ya sea por necesidades de trabajo o por pasar los ratos de ocio frente a las pantallas y los aparatos electrónicos, resulta perjudicial en todos los aspectos y fomenta el consumo de bebidas y comida chatarra, lo que acaba por ser nefasto para la salud y se traduce en falta de ejercicio y mala alimentación.

La dieta diaria debe ser equilibrada, variada y nutritiva. Es importante mentalizarse acerca de que el tiempo y el dinero que se invierta en comer sano y ejercitarse se ahorrará en atender una enfermedad con medicación, hospitalizaciones, consultas médicas, etcétera; y, en definitiva, será una inversión en calidad de vida.

Pérez Galaz señala que la actividad física es una de las formas más eficaces de fomentar la producción de endorfinas. Estas sustancias químicas son a menudo denominadas las “hormonas de la felicidad”.

Además, tener una buena salud y un peso correcto ayuda a reforzar la confianza en uno mismo y la autoestima. Entre los beneficios a corto plazo de hacer ejercicio y comer sano, destaca la disminución del estrés y la mejora de las funciones cognitivas.

Si decides tener una alimentación saludable, esto supondrá un cambio en tu vida (en mayor o menor grado, según cómo sea tu alimentación actual), en tu forma de ver los alimentos, de preparar tus platos o pedirlos en un restaurante, etc. Como todo hábito, cambiarlo supone un esfuerzo, pero luego todo es más fácil.

Pérez Galaz, experto en obesidad, comenta que: 

Tras acompañar a varias personas a lo largo de esta transición es que han conseguido un mejor peso, se han encontrado mejor, con más energía, con menos problemas digestivos, menos dolores, mejor descanso nocturno y pelo, piel y uñas más sanos, entre otros beneficios.

Pero las mayores ventajas de una vida saludable están a largo plazo, ya que nos ayudan a prevenir enfermedades no transmisibles que, al día de hoy, se extienden a gran velocidad. Estas enfermedades son la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y los accidentes cerebrovasculares, e incluso el cáncer. 

¿Cuáles son los alimentos de verdad?

Saber qué comer no siempre es sencillo. Entre la publicidad y las grandes superficies que ofrecen cantidad de productos perfectamente empaquetados y con eslóganes que hablan de salud o de alimentos "light" es fácil confundirse. 

Estos consejos del doctor Pérez Galaz te ayudarán a entender mejor en qué consiste la alimentación saludable y a elegir mejor lo que comes cada día:

• Evita los alimentos que en su etiquetado tengan más de tres ingredientes. Probablemente estén llenos de conservadores del sabor y aditivos químicos que no tengan nada de nutritivo.
   
• Prefiere la comida que viene de la tierra: los vegetales, la fruta, los frutos secos, los tubérculos. Comida con fecha de caducidad porque está en su estado natural.
   
• No recurras sistemáticamente a los alimentos etiquetados como “light” o enriquecidos. Todos estos son productos tratados artificialmente y mucho menos saludables que los alimentos ricos en vitaminas de forma natural, como la fruta fresca o las verduras. Además de que lo light o bajo en grasa al final suele tener más aditivos, como edulcorantes o sodio, para darle sabor y compensar la falta de grasas o azúcares.
   
• Comprueba el etiquetado de los alimentos, si no comprendes la mitad de los componentes déjalo en el estante. La comida no debería ser un laboratorio químico.
   
• Evita lo que contenga edulcorantes, aromatizantes, colorantes y saborizantes artificiales. Muchos alimentos se envasan con aditivos, cuando son mucho más nutritivos en su estado natural. Por ejemplo, para el desayuno pueden consumirse copos de avena al natural acompañados por fruta fresca, en vez de cereales industriales llenos de aditivos.

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