En teoría, suena muy bien: invitar a tus amigos y/o familia a tu casa para disfrutar de una velada con deliciosa comida y bebida parece uno de los placeres de la vida adulta. Sólo que, algunas veces, se puede convertir en una tarea verdaderamente retadora. Te puede llevar varios días de preparación, una crisis momentánea y hasta ganas de cancelar el evento a última hora. ¿Demasiado dramático? Tal vez, pero ser anfitrión no es tan fácil como lo pintan.
Aquí hay algunos consejos para que puedas respirar tranquilo y en verdad disfrutes de tu reunión:
- Haz inventario. Organizar una comida o cena puede hacer que tu cartera sufra un poco. Además, diseñar un menú desde cero puede ser estresante. Para evitarlo en la medida de lo posible, repasa los ingredientes que ya tienes en la despensa (para eliminarlos de tu lista del súper) y en la cocina en general. ¿Tienes suficientes platos y copas? Lo último que quieres, es correr al supermercado por una ensaladera en el último minuto.
- Escribe una lista detallada. Una vez que ya sabes qué tienes y qué no, procede a hacer la lista de la compra. Visualiza los utensilios que vas a necesitar para cada platillo, así no habrá sorpresas.
- No pretendas impresionar a todos. A menos de que seas un gran chef experto en cocina gourmet, no trates de elaborar recetas demasiado complicadas o con nombres rimbombantes en francés que, francamente, nadie conoce. ¿Y si no te salen bien? Mejor, opta por opciones que hayas hecho al menos dos o tres veces en ocasiones anteriores.
- Categoriza tus ingredientes. Ya tienes el inventario, el menú y todos los ingredientes listos. Ahora, divídelos en tres categorías. Primero, lo que puedes congelar (sopas, lasañas o galletas), y prepáralo 1 semana antes del evento. Después, lo que puedes refrigerar (aperitivos y salsas), y elabóralo un par de días antes. Al final, aquello que necesita estar recién hecho para que no se ponga duro o se seque (ensaladas y postres), y encárgate de hacerlo una noche antes o ese mismo día por la mañana.
- Pide ayuda. Seguro tienes algún amigo o amigos que son mejores cocineros que tú. No tengas miedo de pedirles que vengan en tu auxilio, sobre todo en esos momentos de máximo estrés cuando la cocina está patas arriba. Ofréceles una botella de vino mientras se divierten en la preparación. Verás como todo sale más rápido y mejor.
- Limpia mientras avanzas. Pocas cosas abruman tanto como una montaña interminable de platos y sartenes para lavar. Para ahorrarte esto, intenta limpiar cada que terminas un platillo. Así, el día de tu fiesta no tendrás que preocuparte por, encima de todo, tener una cocina presentable.
¡Provecho y salud!
Con información de Greatist