En el último siglo, la idea de microcosmos ha cobrado una nueva dimensión con los diversos descubrimientos de la microbiología. Primero, la importante comprobación de que el ser humano y todos los animales están compuestos por miles de millones de microorganismos que son unidades de vida dentro de una unidad más grande. Segundo, la revolución que estamos viviendo con el descubrimiento de la dimensiones y la importancia que tiene la microbiota en numerosas funciones orgánicas. En los últimos años biólogos han acuñado términos como "microbioma humano" para referirse al cuantioso genoma que codifican bacterias en el cuerpo humano, un populoso código genético que supera hasta diez veces en el número de células al código genético meramente humano.
Asimismo, se han referido al ser humano como un "superorganismo", un "simbionte" o una "colonia biológica ambulante", esto para significar el complejo ecosistema que de hecho es el ser humano. Ante esto, algunos científicos consideran que es necesario redefinir al ser humano ya no sólo como individuo sino como un ente colectivo o una red de vida incrustada, a su vez, en un medio ambiente superior en magnitud pero similar en esencia. Podríamos decir que el ser humano es el microcosmos del planeta, pero es el macrocosmos de la microbiota y en realidad de todas sus células.
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