Las campañas globales para proteger a las tortugas marinas, uno de los animales más amenazados desde hace décadas, están teniendo dividendos. Esto merece celebrarse para inspirar a retomar esfuerzos similares, demostrando que el ser humano sí es capaz de influir positivamente y rectificar su conducta con el entorno.
Según informa el sitio Science Alert, aunque seis de siete diferentes especies de tortugas marinas están en diferentes grados de protección en las listas de conservación animal, hay una interesante promesa de recuperación, según cifras recientes.
Históricamente, los humanos no han sido muy generosos con las tortugas marinas: las han matado por sus conchas y carne y han cultivados sus huevos para comérselos; sus nidos salvajes han sido destruidos; han quedado enredadas en la pesca de otros peces, y demás situaciones que ponen en riesgo a este animal. Un estudio reciente observó 299 lugares donde anidan diferentes especies de tortugas marinas por un periodo de entre 6 y 47 años. Se encontró que 95 de estos sitios habían tenido un incremento significativo, mientras que sólo 35 había disminuido.
Al parecer las medidas que se han adoptado en la mayor parte del mundo, con las que se prohíbe el cultivo de los huevos, son responsables de esta mejora. Asimismo, otra razón que podría estar contribuyendo son las modificaciones en las regulaciones de los utensilios que se usan para pescar, específicamente, el desarollo de anzuelos que tienen menos probabilidades de ser engullidos por las tortugas.
Hay que decir que esto no significa que las tortugas marinas están salvadas y que nos podamos relajar, pues algunas especies siguen estando en serio peligro de extinción.