La discriminación tiene muchos nombres como racismo, sexismo o xenofobia, pero en realidad son sólo aspectos de una misma actitud frente a los otros, una que está dominada por los prejuicios negativos. Desafortunadamente, cuando estudiamos la historia de la humanidad descubrimos que no existe una sociedad, nación o época que haya sido inmune a la discriminación. Algunas de las formas contemporáneas de discriminación tienen sus orígenes en los procesos de colonización perpetrados por ciertas naciones europeas, que transformaron por completo a las sociedades colonizadas. Los ejemplos más extremas de este tipo de discriminación incluyen la esclavitud, el genocidio, las leyes de inmigración que también tratan diferente a las personas según su nacionalidad y algunas formas legales y sistemáticas de discriminación racial como el apartheid.
También existen formas de discriminación sexual como el machismo y el sexismo que, a pesar de tomar diferentes expresiones en cada cultura, persisten a través de la historia de la humanidad. Algunas maneras en las que se ejerce esta discriminación incluyen la exclusión social e institucional, la cual se refiere por ejemplo al acceso a oficinas públicas, escuelas y hospitales, y también algunas otras formas practicadas por los medios que insisten en retratar sólo a ciertos grupos sociales y raciales invisibilizando a todos los demás.
El tema de la discriminación es sumamente relevante para el bienestar social, ya que este tipo de acciones y actitudes son motivo de preocupación, tensiones, ansiedad y violencia dentro de una comunidad. La discriminación se basa en el trato desigual de una persona o grupo debido a un prejuicio y puede llevar emociones como la frustración y la ira tanto de parte del victimario como de parte de la víctima de violencia, quien por supuesto no se siente parte de la sociedad que lo maltrata o deja al margen de la vida política y cultural. En resumen, las acciones discriminatorias fragmentan la sociedad, pues evitan que veamos a los otros como nosotros, cerrando las puertas a la integración y a la posibilidad de crear comunidades fuertes capaces de ejercer cambios masivos. En palabras del activista de los derechos civiles Bayard Rustin:
Si deseamos una sociedad de paz, entonces no podemos lograrlo a través de la violencia. Si deseamos una sociedad sin discriminación, entonces no debemos discriminar a nadie en el proceso de construir esta sociedad. Si deseamos una sociedad que sea democrática, entonces la democracia se debe transformar tanto en un medio como en una meta.
Todos queremos ser amados y aceptados, pero para vivir en un mundo donde esto sea posible tenemos que contribuir todos los días en todos los sentidos. Esto implica cambiar aquellas creencias o prácticas que lastiman a otros debido a prejuicios. El camino puede ser complicado, pero las recompensas de aprender a vivir juntos son inmensas. Como expresó el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon:
Vencer el racismo, el tribalismo y la intolerancia en todas sus formas discriminatorias nos liberará a todos, tanto a la víctima como al victimario.
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