Mascar chicle es un hábito muy arraigado entre los mexicanos. De acuerdo con la multinacional Mondelēz, fabricante de goma de mascar de marcas como Bubbaloo, Chiclets, Clorets y Trident, el consumo promedio de chicle en México oscila entre los 200 y 300 gramos al año por persona, además de que tres de cada 10 mexicanos consumen diario este tipo de golosina.
El lado negativo de este hábito es que en cuanto el chicle pierde su sabor acaba en la basura, en el mejor de los casos, porque mucha gente suele dejarlo pegado en alguna parte (asientos, bardas, árboles, postes, etcétera) o lo tira al suelo, donde otros lo pisan y termina convertido en una plasta llena de suciedad y muy difícil de quitar.
Según datos del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, se calcula que tan sólo en la calle de Madero, en el Centro Histórico, hay más de 200 mil gomas de mascar pegadas en el piso.
Así, con el fin de crear conciencia entre las personas para erradicar esta conducta y lograr que, por ahora, al menos el Centro Histórico quede limpio de goma de mascar, Mondelēz lanza la campaña #TiraElChicleAlBote, que cuenta con el apoyo del gobierno de la Ciudad de México y de la compañía de reciclaje TerraCycle.
La campaña incluye la colocación de 75 contenedores en postes del alumbrado público del Centro Histórico, en las calles de Madero, 16 de Septiembre, República de Argentina, Seminario y Pino Suárez.
Los contenedores, que ya están en funcionamiento, se encuentran rotulados con con el hashtag de la campaña, #TiraElChicleAlBote, y durante el arranque de la misma, junto a ellos estarán los jóvenes del Instituto de la Juventud (Injuve), quienes se encargarán de informar a la gente sobre la campaña.
Cada semana, Mondelēz y TerraCycle acudirán a vaciar los contenedores para almacenar los chicles recolectados. Una vez que se reúna una cantidad considerable, serán trasladados a las instalaciones de TerraCycle en Trenton, Nueva Jersey.
Ahí esta empresa limpiará los chicles y luego de mezclarlos con otros materiales los convertirá en nuevos botes de reciclaje para la primera etapa, y más adelante, cuando el proyecto tenga un mayor alcance, también se podrán fabricar todo tipo de objetos, como juegos infantiles, macetas y hasta calzado.
Esta fase que se lleva a cabo en el Centro Histórico es una prueba piloto del proyecto, y concluirá a finales de este año. Entonces se evaluarán los resultados, para definir si en la segunda etapa la campaña se extenderá a otras zonas de la ciudad o se llevará a otros estados del país.