La amistad es una de las relaciones humanas que más alegrías y buenos momentos te deja a lo largo de la vida. Pero no todas las amistades son para siempre, y ya sea por las circunstancias que las alejan o por decisión propia, muchas de esas relaciones llegan a su fin en algún momento.
Como cualquier relación que termina, una amistad que llega a su fin implica un duelo y hace necesario enfrentar momentos difíciles; pero también es una experiencia que te puede dejar grandes lecciones que te ayudarán a crecer, conocerte mejor, valorarte más y aprender a mantener mejores relaciones en el futuro.
Por complicado y doloroso que sea, si te das cuenta de que te encuentras en una amistad poco saludable, desequilibrada, que en vez de sumar a tu vida, resta, o que en lugar de generar algo positivo sólo te llena de conflicto y drama, quizá sea momento de darla por terminada.
Para empezar, cuando en la relación sólo eres tú quien da tiempo, atención, cariño, apoyo, comprensión y todo lo que una amistad sólida implica, mientras que necesitas casi mendigar a tu contraparte para que te brinde lo mínimo de todo ello, esa es una clara señal de que se trata de una relación sin equilibrio y sin reciprocidad.
Si hablas con la otra persona sobre cómo te sientes al respecto y aun así no hay cambios de su parte, lo mejor sería empezar a poner distancia.
Si esa persona con la que mantienes una amistad sólo te busca cuando necesita algo pero el resto del tiempo se olvida de ti, si sólo se interesa por que le ayudes a solucionar sus problemas pero cuando le compartes los tuyos los minimiza o ignora, esas son señales de alerta.
Aunque siempre se dice que hay que dar sin esperar recibir nada a cambio, eso aplica sobre todo para ser solidarios y contribuir en causas humanitarias, pero cuando se trata de relaciones, sea de amor o amistad, siempre debe haber reciprocidad.
Así que si un amigo toma más de tu vida y de ti de lo que te aporta, y eso te agota o te hace sentir mal, podría ser el momento de dejarlo ir.
Una amistad sana es honesta, está libre de envidias y es capaz de hablar con la verdad sin herir. Tu mejor amigo debe ser quien más te haga ver tus fortalezas y cualidades, pero también tus debilidades y errores, siempre con empatía y respeto. Un amigo de verdad se alegrará genuinamente por tus logros y no actuará con envidia ante lo bueno que te ocurra.
Un amigo real nunca tratará de destacar sobre ti ni de opacar tu brillo, sino que buscará apoyarte para que te superes y querrá brillar a tu lado. Así que nunca deberías tener que empequeñecerte en presencia de nadie, mucho menos de quien consideras un amigo. Si esto no ocurre y tu amigo se muestra envidioso o resentido por tus metas conseguidas, lo mejor sería empezar a alejarte.
Finalmente, reconocer la falta de voluntad de alguien para cambiar cuando le has hecho saber lo que te incomoda o desagrada de su actitud o modo de actuar, es un paso importante para identificar una amistad poco saludable y dejarla ir.
Cuando la relación con un mejor amigo termina por cuestiones de salud emocional y mental para ambos, lo primero que puedes aprender de ello es que nunca debes estar con nadie sólo para sentirte aceptado y valorado, pues esos valores deben surgir de entrada en ti, hacia ti mismo. Ten presente que siempre tu primer amor debe ser el amor propio, pues sólo así podrás amar a los demás de una forma sana.
Aprenderás también a escuchar más a tu voz interior. No esperes a que una amistad te hiera de más; escucha a tu intuición y pon atención a las señales y los focos rojos que las personas te muestran todo el tiempo en sus actitudes y comportamientos. Y no tengas miedo de cortar con esas relaciones que al final sólo resultan dañinas.
Serás capaz de ver los errores que has cometido debido a factores como la codependencia, necesidad de validación de otros y la inseguridad que te conduce a personas que no te prestan atención y a quienes no les importas en realidad. Conocer esos aspectos de ti te ayudará a trabajar en ellos para que no vuelvas a caer en ese tipo de relaciones unilaterales.
Después de superar una situación así, te vas a valorar más y dejarás de soportar lo negativo sólo por evitar la soledad. Te volverás más selectivo a la hora de elegir a tus amistades y a las personas que forman parte de tu círculo cercano. Aprenderás a no perderte a ti mismo por tratar de mantener en tu vida a personas que no lo valen y que no te valoran.
Al final, aprenderás a valorarte y quererte antes de esperar que alguien más lo haga, incluso si esa otra persona es a quien consideras tu mejor amigo.