No juzgues, o serás juzgado. Porque con el mismo juicio que pronuncies, serás juzgado; y con la medida que uses, se te medirá.
(Mateo 7:2)
A todos les pasa. Crees que criticar u opinar acerca de la vida de alguien más te hace mejor. Te sientes con el poder de juzgar, incluso si ni siquiera eres cercano a esa persona, pero hay algo en ti que se siente satisfecho cuando lo hace. Ten cuidado: todo eso que criticas de alguien puede ocurrirte en algún momento o puedes hacerle mucho daño a alguien más con estas opiniones “inocentes”.
Nadie se salva de esto. Todos en algún momento lo han hecho. Pero ponte a pensar un momento: ¿De qué te sirve criticar o juzgar sin sentido? ¿Realmente ganaste algo? Simplemente llenas tu ego, los vacíos internos con los que tú mismo luchas día a día. Si alguien confía en ti para contarte algún problema, no lo eches en saco roto, no vayas a sus espaldas a burlarte o juzgar, porque cuando tú necesites de alguien esperarás que sean leales, ¿no?
Juzgar es algo que se da fácilmente, todos los días, al hacer algún tipo de crítica con respecto a tus compañeros, amigos, familia, etcétera. Pero a fin de cuentas, tienes que darte cuenta de que no te sirve de nada y mucho menos le sirve a la otra persona. Recuerda que nadie sabe realmente las batallas internas que cada quien lleva. Escucha, respeta y extiende tu mano lealmente.
Seguramente no tienes toda la información
Antes de juzgar a alguien, asegúrate de que conoces todos los hechos sobre esta persona. Tal vez no sepas toda la historia, no conozcas sus problemas y preocupaciones. Es muy importante que esperes hasta que sepas todos los hechos. En lugar de juzgar, trata de ayudarlos o déjalos en paz.
Cada persona es diferente
Si no te gusta hacer algo, eso no significa que los demás tampoco deban hacerlo. Por ejemplo, si no te gustan los tatuajes, no deberías decirle a otra persona que sus tatuajes son horribles. Si alguien no puede obtener un diploma, eso no significa que no quiera estudiar, simplemente no puede pagar su educación. Enfócate en tu vida y en lo que tú puedes mejorar. Deja que los otros se encarguen de la suya.
Nadie es perfecto
Los perfeccionistas tienden a juzgar a cada persona que conocen en sus vidas. No admiten sus propios errores, pero les encanta señalar los defectos de los demás. Es crucial entender que nadie es perfecto y que todos cometen errores de vez en cuando.
Sé tolerante
Cultiva la tolerancia a diario y te ayudará a entender mejor a la gente y a juzgar menos. Si no puedes entender a alguien, entonces no te preocupes por esa persona. Céntrate en tus propios problemas.
Ante todo, respeta
Si quieres crecer como persona y ser más sabio, debes aprender a respetar a los demás, incluidos tus enemigos. En algunos países, la gente no puede echar a sus enemigos de casa porque los respetan.
Lo que te choca, te checa
Cuando juzgas a otras personas, no las defines, sino que te defines a ti mismo. ¿Quieres que la gente piense que eres alguien que juzga a todo el mundo? Pregúntale a tu familia o amigos qué piensan de ti, y si dicen que a menudo juzgas a otras personas, entonces es hora de cambiar y dejar de hacerlo.