Todos los seres humanos tenemos el don de la resiliencia, es decir, la capacidad para adaptarnos a situaciones adversas y sobrevivir todo tipo de circunstancias, por complicadas que puedan ser.
Aunque con el tiempo los adultos aprendemos a distinguir con mayor claridad nuestras emociones, en el caso de los niños muchas veces se requiere del apoyo de un adulto –como los padres o profesores– para distinguir el tipo de emoción que sienten los menores, así como su nivel de resiliencia luego de una situación adversa.
Con el fin de ayudarte a identificar si un niño está siendo resiliente, te compartimos estas características de un niño que se ha adaptado a las situaciones complejas:
Deseos de vivir su cotidianidad
Adquisición de aprendizajes y nuevos sentidos de la vida después del suceso doloroso
Control del miedo
Estado de alerta
Orden en los pensamientos y las ideas, no confusión
Buen manejo del estado de ánimo
Vínculo saludable con los seres queridos, amigos o mascotas
Aprendizaje sin culpa luego de la experiencia
Percibir equilibrio entre su vida personal, la familiar, el entorno y la naturaleza
Actitud positiva hacia el futuro
Es importante que cuando ocurre un hecho complicado en la vida de un niño, los adultos no traten de evitarlo o aislarlo, sino de dimensionarlo y ayudarles a comprenderlo. Justo como sucede con un adulto, lo importante para superar con asertividad un acontecimiento complejo es reconociendo las emociones que produce, y trabajando en sanar con compasión y paciencia.
Con información de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes