Es simple: eres un individuo con necesidades y deseos diferentes a los de todas las demás personas. Y así tienes que verte siempre, incluso cuando te encuentras en una relación. Eso no quiere decir que niegues las necesidades de la otra persona o que hagas lo que quieras, porque si estás en una relación, tienes que tomar en cuenta al otro. El punto es encontrar un equilibrio en el que no te anules por el otro, ni lo anules. Los dos deben aprender a tener una interdependencia, para evitar caer en una codependencia que los dañe a ambos.
Poner límites sanos no solamente tiene que ver con tu relación de pareja, sino con tus compañeros de clase, de trabajo, tus amistades y tus familiares. Antes que nada, piensa y reflexiona realmente qué es lo que quieres, cuáles son tus necesidades, cómo puedes llegar a un punto medio con la otra persona y siempre, ante todo, respeta. Si tú exiges que la otra persona respete estos límites es porque tú también lo harás.
Reconoce y acepta tus sentimientos
Para que puedas poner límites, primero necesitas conocerte, saber lo que sientes y lo que quieres para que puedas comunicarlo de forma efectiva a tu pareja, compañeros de trabajo, amigos o familiares.
El problema es que muchas veces esos límites son débiles porque te enredas tanto en los asuntos de la otra persona que no te preocupas por lo que tú quieres realmente. Se trata de poner las cosas en una balanza, tampoco se vale ser egoísta. Aprender a escuchar al otro es importante, pero siempre sin perder el respeto hacia ti.
Toma tu tiempo, reflexiónalo y sé consciente de ti antes que nada.
Cuida de ti mismo
Si al establecer el límites se produce una reacción violenta o sentimientos de culpa, asegúrate de cuidarte a ti mismo. Sal a caminar, haz ejercicio, pasa tiempo en la naturaleza, etcétera. Haz algo para ayudarte a volver a centrarte y no gastes demasiada energía en enfocarte en lo que pasó.
Háblalo claro y fuerte
Ni tú ni nadie puede adivinar lo que la otra persona piensa, y obviamente nadie puede adivinarte a ti. Así que comunícate claramente con el otro. No lo hagas de forma agresiva o imponente, sino siempre desde un lugar de compasión y empatía hacia el otro. Pero nunca te calles lo que sientes o piensas.
Nunca asumas lo que tu pareja siente o piensa
Hacer suposiciones puede crear muchos malentendidos en una relación. Puede que sientas que conoces muy bien a tu pareja y que tienes el derecho de asumir lo que quiere o necesita sin preguntarle, pero siempre es mejor preguntar antes que asumir.
Asume la responsabilidad por tus acciones
Es mucho más fácil buscar quien pague, que asumir tus responsabilidades por haber hecho algo. En lugar de culpar inmediatamente a tu pareja por la situación o por cómo te sientes, haz una pausa, piensa en las decisiones que has tomado en la relación y analiza si contribuiste o no a esa situación. Recuerda que una pareja es de dos, así que busquen la solución juntos.