Aunque en la mayoría de las historias de amor éste se pinta como algo ideal y perfecto tras el “y vivieron felices para siempre”, la realidad es muy distinta y mantener a flote una relación amorosa requiere del esfuerzo de ambas personas involucradas.
Es normal tener desacuerdos y discusiones, e incluso enojos y momentos de desesperación en los que quisieras mandar todo muy lejos… es parte de la naturaleza humana y ocurre en todo tipo de relaciones.
Sin embargo, hay algunos hábitos, comportamientos y actitudes que es mejor mantener fuera de la relación, porque además de dañarla poco a poco, afectan la salud mental y emocional de los integrantes de la pareja, y en casos extremos, incluso se les considera como un tipo de abuso y maltrato emocional.
Dichos hábitos son principalmente cuatro: crítica, desprecio, actitud a la defensiva y guardar silencio ante los problemas. Todos ellos pueden resultar muy destructivos para la relación y la pareja, por lo que lo ideal es aprender a identificarlos para cortarlos de raíz.
Nadie es perfecto y nadie está hecho al gusto de nadie más, por lo tanto, por mucho que ames a tu pareja y ella a ti, siempre habrá alguno o varios detalles de uno que al otro le desagraden o molesten.
Lo que se debe evitar es criticar todo el tiempo esos aspectos que no te agradan. Cuando los comentarios críticos se convierten en una ocurrencia regular, el otro podría comenzar a desarrollar sentimientos de inutilidad en la relación.
Si tu pareja hace comentarios críticos sobre ti constantemente, debes abordar directamente el problema, siempre con un tono suave y no agresivo, con calma, pero a la vez con claridad, para hacerle saber que sus críticas te afectan y que ambos deben ser más tolerantes y empáticos el uno con el otro para aceptar y tratar de resolver sus fallas y errores.
Por el contrario, si eres tú quien constantemente criticas a tu pareja, es importante que lo reconozcas y encuentres la mejor forma de reformular positivamente tus comentarios para no hacer sentir mal a la otra persona. Para lograrlo, ponte en su lugar y piensa cómo te gustaría que te dijera las cosas para no dañarte.
El respeto es una de las bases principales en una relación de pareja, ya que contribuye a tener una conexión saludable. Pero esto se rompe cuando uno de los miembros de la pareja se empieza a creer y sentir superior al otro en cualquier ámbito, pues comenzará a ver a su pareja por debajo, con desprecio, y esto romperá el equilibrio necesario para el bienestar de la relación y de cada uno de los involucrados.
Para salir de este patrón, es necesario retomar el equilibrio al ver las cosas de una forma objetiva; es decir, en una pareja no hay alguien superior ni alguien inferior, sino dos personas distintas, en ocasiones complementarias, que han decidido recorrer un camino juntas, para apoyarse y ayudarse a crecer mutuamente.
Deja de enfocarte sólo en lo negativo de tu pareja; piensa mejor en sus fortalezas, en lo positivo que aporta a la relación. Y en cuanto a esos aspectos negativos o que no te agradan del todo, en lugar de dejar que te hagan ver a tu pareja como alguien inferior, mejor piensa cómo puedes ayudarle a mejorar, crecer y ser una mejor versión de sí mismo.
A nadie le gusta que le hagan saber sus fallas o defectos, sobre todo cuando la observación o crítica proviene de la pareja. Como tal, es natural querer protegerte o lanzar un contraargumento.
Pero esto puede volverse problemático si reaccionas a los comentarios antes de tomarte un momento para considerar su validez. Esto puede llevarte a responder constantemente a la defensiva, incluso cuando lo que te digan no lleve en sí ninguna carga negativa.
A nadie le gusta sentirse mal, por lo que luchar contra ese instinto defensivo no será fácil. Pero dale a tu pareja un poco de gracia y mantente abierto a escuchar. Mantente abierto a la crítica constructiva y a la retroalimentación, por supuesto, siempre y cuando se hagan con respeto y empatía. Esto proporcionará confianza mutua en que la comunicación puede ser abierta.
Si tu pareja es la que se pone a la defensiva, hay algunos enfoques que puedes intentar para fomentar una mayor receptividad. Como dice el viejo refrán: no es lo que dices, es cómo lo dices. Entonces, revisa tu tono.
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Discutir con la persona que amas puede ser difícil y doloroso, pero recibir el trato silencioso de tu pareja puede ser aún más doloroso, especialmente si no estás seguro de lo que has hecho para causarlo.
Esta situación suele surgir cuando la otra persona está evidentemente molesta, pero al preguntarle te dice que no tiene nada, aunque su actitud diga todo lo contrario. Guardar silencio ante los problemas deja a la otra persona indefensa, ya que al querer hablar para aclarar la situación conflictiva se encuentra con un muro impenetrable.
Ante esto, si tu pareja es quien ha decidido guardar silencio, lo mejor que puedes hacer es dar un paso atrás, darle la oportunidad de calmarse y tratar de retomar la conversación más tarde, cuando esté más receptiva.
Si eres tú quien decide dar la espalda, considera lo que pretendes lograr al hacerlo. Ten presente que no habrá una resolución satisfactoria sin discusión y dejar pasar las cosas sin arreglarlas podría convertirse en una bola de nieve de problemas y molestias contenidas que crecerán y crecerán hasta ocasionar un gran caos.
Si tu pareja ha hecho algo que realmente te molesta, no lo sabrá a menos que tú se lo digas. A veces, las acciones no hablan más que las palabras.
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