Lo recuerdo bien... era una tarde cerca de las 6:30; yo estaba con los nervios y entusiasmo clásicos al esperar una cita con una mujer, con quien me era difícil creer que aceptara salir conmigo (sé que no debería decirlo, debería ser un terapeuta perfecto, con todo mis temas manejados, pero soy humano antes que terapeuta y sí, tengo un lado inseguro, como todos).
Claro que me intimidaba su físico, pues es una mujer guapa, pero lo que realmente me hacía sentir entusiasmo y nervios era su inteligencia, su empatía y su manera de disfrutar de la vida; ella era una mujer completa, que no estaba en busca de su media naranja y eso, para mí, lo es todo.
Llegué antes al café donde quedamos de vernos para relajarme y apropiarme del lugar; y obvio, como suele pasar en la vida, el plan falló: ella ya estaba ahí, apenas había llegado y justo cuando me senté, nos entregaron un par de cartas.
Después de 5 minutos de observar la carta, me pregunté: “¿Por qué tardas tanto viendo la carta si ya sabías qué querías?”. Me di un par de minutos y observé lo que me pasaba. No tardé mucho en descubrirlo, a veces las cosas son demasiado obvias…
Bajé la carta y le dije: “Honestamente, sabía qué pedir sin ver la carta, pero estoy muerto de nervios, sé que si me diste una cita es porque tengo una oportunidad y eso implica también una oportunidad de cagarla”. Ella se rió, bajó la carta y dijo: “Me pasa lo mismo”.
Tuvimos una hermosa plática hasta que cerraron el café. Fuimos auténticos, divertidos y relajados. Hablamos de lo difícil que las expectativas y las viejas heridas no sanadas hacen conectar y mostrarte en una cita.
Y al final, ¿fuimos novios, amantes o amigos? Eso no es importante en este momento, sé que ella marcó mi vida y yo la de ella. Terminada la cita, hicimos un pacto: romper el estúpido juego de pretender y aparentar en el mundo del ligue y sospecho que no soy el único que lo ha respetado.
Por supuesto que no todo el mundo ha reaccionado bien, no todo el mundo sabe qué hacer con las personas que muestran sus emociones. De hecho, tuve algunas citas donde fui atacado y debo decir que no siempre reaccioné de la mejor manera. Pero con el tiempo adquirí recursos para ser yo sin tener que defenderme; entendí que nadie me ataca, simplemente no saben cómo reaccionar y hacen igual que todos, lo mejor que pueden.
Por ese entonces conocí a Brené Brown (si no has visto sus pláticas, ve a Ted, Netflix o YouTube y velas, tienen mucho que enseñarte; al final de la nota encontrarás un video con una de sus charlas). Con ella aprendí que me daba vergüenza tener un lado inseguro y que el acto de mostrarlo se llama vulnerabilidad, también aprendí que cuando eso es bien recibido se llama conexión, que se da cuando me aceptan con todo eso que yo creo que deberían rechazar de mí.
¿Qué quiero decir con todas estas cosas sin sentido? Sólo me interesa dejar claros dos puntos:
1. La sabiduría popular lo dijo desde hace mucho: “no eres monedita de oro para caerle bien a todos”; lo sabemos cómo muchas otras cosas, pero saberlo y aplicarlo es bien distinto. Claro que duele el rechazo y duele más de alguien con quien esperabas conectar en algún sentido.
Pero no te esfuerces de más por agradar a los demás, esfuérzate por ser la mejor versión de ti que puedas ser; habrá quien la ame y habrá quien la odie, pero solo tú convives todo el día contigo, así que constrúyelo para ti. Y te comparto un tip: somos animales de manada, así que tu mejor versión no disfrutará de hacer daño.
2. No eres el único herido, asustado o probando abrir su corazón. Las personas con las que interactúas tienen una historia también y sus reacciones tienen más que ver con eso que contigo. Así que no sólo no lo tomes personal, sino que aprende a ser compasivo con los demás; y lo más importante: sé compasivo contigo mismo.
Es muy fácil juzgarte cuando conoces el final de la historia, pero cuando la vivías hacías lo mejor que podías (ser compasivo no quiere decir que dejes que te lastimen o que no duelan las reacciones de los demás, sino que consiste en cuidar tu corazón y aprender a poner límites amorosos).
Charla de Brené Brown sobre vulnerabilidad:
Texto escrito por Amílcar Valdés, de Evolución Terapéutica.
Instagram: @evolucionterapeutica
Twitter: @EvoTera
Página: www.evoluciont.com
Foto de portada: Cottonbro en Pexels