La primera vez que escribí en Harmonía (encuentra la nota aquí), te conté por qué no debes ver al miedo como un enemigo y cómo puedes volverlo tu aliado para conocerte, aprender y crecer. Además, te prometí usar este espacio para compartir mis experiencias al encarar mis miedos y escucharlos para aprender de ellos.
Así, me propuse realizar acciones valientes (acciones que me dan miedo, pero escuchándolo y dejándome cuidar por él) con el objetivo de experimentar qué ocurre y descubrir los beneficios que trae dejar de pelear con el miedo. Ahora te contaré mi aventura más reciente en relación con uno de mis miedos.
Mi esposo y yo llevamos tres años en el intento de tener hijos; en el mundo de la medicina alópata, estamos dentro de la “bonita” categoría de pareja infértil. Por lo tanto, hace aproximadamente un año y unos meses decidimos buscar apoyo médico.
Llegamos con una doctora especialista en reproducción, quien nos pidió realizarnos muchos estudios; por supuesto que esto activó mi miedo. Ese miedo me decía cosas como “qué tal si descubren que sólo pueden tener hijos por milagro divino”; o “qué tal si para poder tener hijos necesitan pagar medio millón de pesos (que no tienen)”; o, peor aún, “qué tal si no pueden con esto y su matrimonio se rompe”.
Y así, mientras nos hacían algunos estudios y la doctora nos pedía otros, llegó la pandemia y junto con ella, el pretexto que esperábamos para no tocar el tema porque “claramente no podíamos hacer nada”, porque estábamos en cuarentena.
La realidad es que sí podíamos, sólo que el miedo gritaba tan fuerte y estábamos tan poco dispuestos a enfrentar las respuestas a esas preguntas, que lo dejamos guardado en un cajón… hasta hace unos meses que decidí ir a terapia.
En terapia me di cuenta de lo importante que es para mí tener hijos, pero también de lo mucho que valoro mi matrimonio y mi relación de pareja, de lo excepcional que es y de que es algo que hoy no quiero perder.
Descubrí que lo que mi miedo me mostraba es que valoro y disfruto mucho a mi esposo, tanto como mis ganas de tener un bebé. Así que decidí acercarme a él y mostrarle lo que siento, y juntos decidimos retomar las pruebas médicas para ver realmente qué está en nuestras manos y qué está en manos del destino.
Y fue así como mi esposo se hizo una última prueba y regresamos con la doctora para escuchar que tener hijos sí es una posibilidad para nosotros. Y aunque todavía nos queda un camino por recorrer, hoy sé que escuchar a mi miedo me hizo fuerte y me ayudó a ver posibilidades.
La paradoja del miedo es esa, cuando lo escuchas y lo abrazas, te muestra lo fuerte que eres y la capacidad que tienes para hacerle frente a la vida.
Y tú, ¿en qué has sido valiente últimamente? Cuéntame en los comentarios.
Adriana Carrillo (@adriterapeando), de Evolución Terapéutica.
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