¿Alguna vez has sentido celos? Lo más probable es que sí, y no sólo en el terreno de las relaciones de pareja sino también entre amigos o con respecto a tus padres, hermanos u otros seres queridos.
Los celos se definen como el sentimiento que experimenta una persona cuando sospecha que la persona que ama siente afecto o atracción por otra, o cuando siente que un ser querido (que no necesariamente tiene que ser la pareja) prefiere a una tercera persona en lugar de a ella.
Los celos son la emoción que se vive al sentir miedo de perder a esa persona especial, o de que la relación se vea dañada o llegue a su fin por la intervención de un tercero; es el temor a que ese tercero te robe la conexión especial que tienes con la persona querida.
Los celos están presentes en todo tipo de relaciones, como cuando descubres que tu mejor amigo le contó algo importante o un secreto preciado a otro amigo antes que a ti, o cuando sientes que tus padres prefieren a uno de tus hermanos por encima de ti.
Desde una perspectiva evolutiva, el propósito de los celos está relacionado con asegurar la supervivencia, tanto propia como de la descendencia. Esto se debe a que los amigos y compañeros ayudan a sobrevivir, también a la reproducción y a realizar las actividades cotidianas.
En este sentido, sentirte celoso es una señal de que alguien más podría poner en riesgo una relación que tienes y en la que confías, y es posible que debas hacer algo al respecto para salvar esa relación o encontrar lo que obtienes de ella en otro lugar.
La presencia de celos en tus relaciones es, hasta cierto punto, algo normal y también puede ser el indicio de que hay algo en lo que necesitas trabajar, ya sea en ti o en la dinámica de la relación.
Es importante aprender a escucharlos y comprender el mensaje que envían para poder mantenerlos a raya y en un nivel saludable, porque si se salen de control, los celos pueden ser tóxicos y destruir las relaciones.
Por ejemplo, si tu pareja de pronto empieza a pasar más tiempo en la oficina o con sus compañeros de trabajo, puede darte pie a sospechar que algo anda mal entre ustedes dos. Tal vez haya una razón para que estés celoso, porque sientes que ese tiempo extra que tu pareja pasa en la oficina reduce el tiempo que pasa contigo y que dedica a las actividades a tu lado, lo cual con el tiempo afecta la relación.
Reconocer esos sentimientos te ayudará a tomar medidas para identificar lo que realmente está mal o lo que te causa malestar y podría ayudarles, tanto a ti como a tu pareja, a encontrar la mejor solución y un punto medio que dé equilibrio a la relación y a la vida que ambos tienen fuera de ella.
Si bien un cierto grado de celos puede ser un recordatorio útil de que no debes dar por sentado a un ser querido, cuando no se controlan se vuelven tóxicos para las relaciones.
La confianza es un componente clave de cualquier relación sana y exitosa. Los celos engendran sospechas, dudas y desconfianza que pueden convertirse en emociones y comportamientos bastante intensos.
Los celos excesivos pueden generar un miedo intenso a perder a esa persona, pueden hacer que llegues a vigilarla constantemente, e incluso que quieras controlarla: saber qué hace, con quién se relaciona, con quién habla, etcétera. Todo esto te puede volver posesivo y esa actitud puede poner mucho más en riesgo la relación que la tercera persona que generó inicialmente tu miedo y desconfianza.
Cuando los celos se vuelven incontrolables, lo que comenzó como una sociedad de iguales puede degenerar en una relación infeliz de guardia y carcelero.
Ese derroche de emociones intensas y negativas se debe a que los centros emocionales del cerebro donde se gestan los celos están conectados por separado de los centros de razonamiento. Eso significa que las emociones pueden anular la racionalidad y la lógica.
Quizás en algún momento de la historia evolutiva humana, ser provocado por los celos de una manera extrema puede haber sido importante para la supervivencia. Pero hoy, ese tipo de respuesta agresiva es una señal de mala adaptación, causa estrés y generalmente no es la mejor manera de abordar el problema.
Cuando los celos te ataquen, haz una pausa y piensa en lo que te dices a ti mismo sobre la situación. Por ejemplo, imagina que llegas a una cafetería y ves a tu mejor amigo allí con otro amigo.
¿Realmente justifica que estés celoso de la persona que está con tu mejor amigo en lugar de ti? ¿Es una señal de que tu amigo no quiere pasar el rato contigo? ¿O es sólo que tu amigo tiene en su vida a otras personas que requieren de su tiempo y atención tanto como tú?
Es importante que analices esto, porque las cosas que te dices a ti mismo sobre las situaciones a menudo impulsan las emociones que sientes; y a veces eso que te dices hace que en tu mente una situación sea mucho más grande y grave de lo que realmente es.
Así que antes de crear historias en tu mente, habla con tu pareja y en vez de suponer o dar por hecho cosas, aclara tu sentir y la situación para despejar tus dudas.
Los celos se desencadenan porque sientes que esa relación podría estar en riesgo. En lugar de asumir que alguien más es una amenaza, enfócate en cultivar, fortalecer y mantener saludable esa relación que no quieres perder. Es decir, no te preocupes por el exterior, sino porque el interior de la relación esté bien.
Piensa si quizás tu amigo ha pasado más tiempo con otras personas porque tú has estado más ocupado, y eso es una señal de que necesitas dedicar más tiempo a ese amigo que no quieres perder, en vez de preocuparte por la presencia de terceras personas que, a fin de cuentas, siempre van a estar ahí.
Centrarte en tu relación con esa persona te ayuda a abordar lo que pueda estar mal, en lugar de caer en una espiral descendente de miedo, resentimientos y sentimientos heridos.
Los celos excesivos a menudo tienen sus raíces en opiniones negativas sobre uno mismo. Cuando no te valoras a ti mismo lo suficiente, cualquier otra persona que se acerque a tu pareja, a tus amigos o a tus seres queridos se convertirá en una amenaza, porque al no sentirte suficiente, sentirás que te robarán tus afectos.
Así que, en vez de celar a tu pareja o seres queridos sin motivos, mejor pon manos a la obra y trabaja en fortalecer tu autoestima. Piensa que si las personas que quieres están en tu vida es porque también te quieren en la suya, así que aprende a confiar en ti primero para que puedas confiar también en ellos.
Por otro lado, quizás el trasfondo de tus celos es que cuando vez que tu pareja o tus amigos socializan con otras personas, te sientes inseguro por no tener tus propios pasatiempos fuera de la relación como ellos los tienen.
Aquí es importante que no dejes que todo tu mundo gire en torno a una sola persona, a menos que esa persona seas tú mismo. Ni tu pareja, ni tus amigos, ni tus familiares deben ser el centro de tu vida; es importante que diversifiques tus relaciones, que mantengas un equilibrio y le des tiempo y espacio a cada una de ellas.
Dejar que toda tu autoestima dependa de una sola relación puede generar inseguridad. Así que asegúrate de tener intereses y actividades fuera de tus relaciones y de no girar en torno a una sola relación (lo más común es hacer esto cuando se trata de una pareja), sino cultivarlas en todos los ámbitos y mantener un equilibrio sano entre ellas.
Antes de dejarte llevar por un arranque de furia y explotar contra tu pareja o la persona respecto a la que sientes celos, lo mejor es que respires y te tranquilices. Pregúntate: ¿te ha dado esta persona alguna razón para desconfiar de ella? De ser así, procura hablar las cosas hasta que ya no estés bajo el poder de la ira.
Habla con tu pareja o la persona en cuestión sobre lo que sientes y las razones por las que te sientes así. Si al aclarar las cosas te quedas tranquilo, el paso siguiente es analizar lo que tus celos te quieren decir, ¿tienes que trabajar en tu autoestima? ¿necesitas equilibrar tus relaciones? ¿esa persona se ha convertido en el centro de tu universo? ¿necesitas tener relaciones y actividades fuera de esa relación?
Las respuestas a esas preguntas te ayudarán a trabajar en lo que tus celos quieren decirte para que puedas tener relaciones más saludables y equilibradas.
Y si al final resulta que tus sospechas eran ciertas, que esa persona traicionó tu lealtad o que la confianza en esa relación está rota, es momento de evaluar si vale la pena o no seguir ahí. A veces, lo mejor es cortar por lo sano y poner tiempo y distancia de por medio, por tu bien y el de la otra persona.
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