Es muy común que las parejas permanezcan juntas, a pesar de que entre sus integrantes se haya acabado el amor y ya sólo existan conflictos y problemas. Muchas veces esto ocurre cuando hay hijos de por medio, con la idea de que permanecer juntos es benéfico para los niños. 

Así, hay parejas y matrimonios que deciden continuar juntos aunque su relación sea tóxica, por pensar que tener a papá y mamá en casa es la forma ideal para que un hijo se desarrolle. Sin embargo, lo que ocurre es todo lo contrario, pues la salud emocional y mental de todos los integrantes de la familia se ve afectada por la tensión y los problemas en la pareja.

Cuando las parejas deciden casarse o iniciar una vida en común, lo hacen con la idea de estar juntos para toda la vida. No obstante, tiempo después, cuando la magia del enamoramiento comienza a desvanecerse, inician los problemas y descubren que una relación no se mantiene por arte de magia, sino que es una tarea diaria que requiere de respeto, tolerancia y afecto constante. 

Existen infinidad de factores que pueden generar  que una relación de pareja se desgaste hasta llegar a la ruptura, como la falta de tiempo para dedicarse mutuamente, la incompatibilidad de intereses que al vivir juntos se hace más notoria, la falta de comunicación, la pérdida de confianza, los celos, una infidelidad, etcétera.

Es normal dejarse llevar por el espejismo que crea el enamoramiento y ver en tu pareja a la persona ideal, sólo para descubrir que en realidad no lo es. No te juzgues si te pasa, piensa que es humano equivocarse y debes ser capaz de aceptar y reconocer que ya no eres feliz con tu pareja. 

Por el bien de ambos y de sus hijos, evita quedarte donde ya no hay amor. Es mejor para todos que estén separados y queden en buenos términos; y a la larga, esto es mucho mejor para sus hijos que verlos juntos pero enojados e infelices por pelear y tener problemas todo el tiempo.

Ten presente que aunque sean pequeños o aunque no lo parezca, los niños se dan cuenta perfectamente cuando ya no hay amor entre sus padres y cuando las discusiones son el pan de cada día entre ellos. Y esa situación afecta negativamente su salud mental y emocional.

Recuerda que para dar amor y felicidad, primero debes amarte a ti mismo. Aceptar que tu relación no funciona es el primer paso para encontrar tu propia felicidad y, en consecuencia, la de tus hijos. Un hogar donde existen faltas de respeto y discusiones constantes es un mal ejemplo y un mal ambiente para cualquier niño. 

Así que es mejor que los niños vean a sus padres felices, aunque sea por separado. De esta manera también evitarás inculcarles la idea de que el amor significa sacrificarse y aguantarlo todo.