Todos hemos tenido una relación, cuyo desenlace nos ha marcado en especial. Y aquí estoy yo, una vez más, contando esta historia. Tras varios años de relación, 5 para ser exactos, ésta llegó a su fin.
Como te imaginarás, en esos años pasaron muchas cosas y compartimos muchas vivencias. Era nuestra primera relación formal como adultos, e incluso ya vivíamos juntos, pues existía la intención de estar unidos “para siempre”, un poco como lo describen en las películas.
Sí, yo era alguien que aún creía que había un “y vivieron felices para siempre”, pero cuando se terminó fue que me di cuenta de varias cosas que ocurrían en mí misma, más allá de la relación.
Por cruel que suene, el amor no basta para quedarte en una relación que no va en tu misma dirección; y aunque no necesariamente ambas partes tienen que querer lo mismo, sí deben estar dispuestos a crear algo juntos. Y en este caso no ocurrió eso.
Te diré qué ocurre cuando se termina una relación, y creo que esto no sólo aplica para las parejas amorosas sino también cuando los amigos, familiares o alguien cercano y querido se va de tu vida. Cuando eso pasa, surgen varios pensamientos, sensaciones y emociones alrededor del hecho.
Es una emoción indescriptible, sólo sé que se siente horrible, como si estuvieras en un hoyo profundo, como si todo estuviera oscuro. Inclusive, algunos días se vuelven eternos, te sientes triste, sin ganas de levantarte, piensas que a partir de ese momento ya no habrá otra persona que te entienda o te cuide, pareciera que el amor se hubiera ido para siempre. Quizás suene muy dramático esto, pero levanta tu mano si lo has sentido.
En mi caso así fue, aunque también debo decir que me hice muy fuerte en su momento y dije “aquí no pasa nada, yo seguiré con mi vida y cada quien por su camino”. Y así fue, sólo que en ese momento lo pensé así porque era la mejor forma de evadir que me estaba doliendo muchísimo y que no sabía cómo acomodar que todo lo que estaba viviendo era tan fuerte, que decidí irme por el camino fácil.
Hoy, a un año de todo el suceso, ya logré contactar verdaderamente con mi dolor, mis sensaciones y emociones, y con otros dolores más que se me fueron juntando por no darme la oportunidad de sentir.
Claro que admitir el dolor y otras emociones no es sencillo, pero cuando las contactas, te sientes en paz con todo lo que vives. Es como una sensación de alivio, como si de repente dejaras de oprimirte el corazón y te dejaras sentir.
Por eso, si tú eres como yo: sensible y a ratos desconectado de lo que sientes, creo que sería bueno darte la oportunidad de ver qué ocurre con tus emociones y tus sentimientos. Hoy, sin duda, veo que no es muy bueno guardar ni reprimir esos sentimientos y emociones, y tampoco es bueno vivir y enfrentar solos todo lo que sentimos.
Así que, como experta en el acompañamiento terapéutico y como alguien que también ha tenido el corazón roto, te dejo estos pasos que te ayudarán a reconstruirte tras una ruptura.
1. Dale tiempo al tiempo. Cuando te encuentras inmerso en el dolor, quisieras que alguien te distrajera de todo lo que sientes, pero eso no sirve de mucho, porque en cuanto te vuelves a quedar solo, sentirás lo mismo. Así que deja de luchar en vano y date el tiempo necesario para llorar, para berrear de dolor, para enojarte, para sentir lo que llegue a ti y desahogarte todo lo que necesites.
2. Date la oportunidad de sentir. Así, sólo permítete sentir. A mí, por ejemplo, lo que me pasaba es que me iba hacia mi razonamiento. Yo sola me decía que iba a pasar esto y que la cosa es seguir adelante, pero por estar de prisa y no querer sentir, me empecé a congelar emocionalmente. Comencé a desconectarme de mis emociones y a hacer las cosas nada más porque sí. Esto no te lo recomiendo, pues conforme pasa el tiempo te sientes más vacío. Así que darte permiso de sentir, vale mucho la pena
3. Déjate acompañar en esa etapa difícil. Quizás en esos momentos lo que menos quieres es estar con alguien, pero si te sirve mi experiencia, la verdad es que si te aíslas más y más de las personas, te empiezas a desconectar de tus redes de apoyo. Y eso no es bueno, porque si de por sí te sientes mal, la idea no es sentirte aun más solo, sino sentirte acompañado en el proceso doloroso.
4. Pide apoyo profesional. Sí, muchas veces no basta con tu voluntad ni con el apoyo de tus amigos o seres queridos. A veces se necesita de un apoyo que vea más allá de lo evidente y que te contenga a nivel emocional. Este apoyo es de suma importancia, ya que pensamos que cuando estamos con el mal de amores no se necesita de un profesional, pero desde mi experiencia sirve mucho; además de que te abre la posibilidad de darle el peso necesario a tus emociones.
Espero que estos pasos te sirvan para sanar poco a poco el corazón, y recuerda que si lo necesitas, estoy para apoyarte.
¡Hasta la próxima!
Gabriela Ávila Mejía, de Evolución Terapéutica.
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