La empatía es la capacidad de mostrar verdadera compasión, comprender la experiencia de otra persona y ponerse en sus zapatos para ver las situaciones que vive y sus reacciones ante ellas desde su perspectiva y bajo sus circunstancias. Esto ayuda a comprender lo que hacen, piensan y dicen los demás sin juzgarlos, al comprender por qué lo hacen de esa forma.
Si bien la empatía siempre ha sido algo muy valioso, en momentos como el que se vive actualmente, con la pandemia y ante la ola de violencia de todo tipo que ha crecido en los últimos años, esta cualidad se vuelve más necesaria que nunca.
El mundo cambió para todos. La vida ya no es la misma y el confinamiento ha afectado no sólo el estado de ánimo sino también las relaciones. Las parejas, las familias y todos aquellos que viven juntos y que ahora pasan mucho más tiempo bajo el mismo techo se enfrentan al reto de ser más tolerantes, pacientes, compasivos y empáticos para evitar roces y discusiones.
Además, la capacidad de empatizar es más importante ahora, ya que el distanciamiento social puede tener otro efecto en las personas: la oportunidad de realizar interacciones poco positivas detrás de las pantallas y la pérdida de la capacidad de relacionarse cara a cara.
Por ello es muy necesario fomentar la empatía en todos y especialmente en los niños, pues es una herramienta de gran valor para su vida futura. Crear una cultura de la compasión es ahora más necesario que nunca.
Cuando se trata de empatía, los pequeños actos pueden generar grandes cambios, porque entretejen la empatía en la vida diaria y ayudan a los niños a desarrollar habilidades socioemocionales.
En un mundo que se ha vuelto tan frío y distante, los pequeños actos de bondad pueden acercar a las personas y mejorar el ánimo y la vida de todos. Así, enseñar a los niños cómo ser compasivos es una lección de vida necesaria, importante y muy valiosa, que los ayuda a sentirse conectados y a desarrollar su carácter y crecimiento socioemocional.
Los padres tienen un papel muy importante en la enseñanza de la empatía y hay diversas formas en que pueden inculcarla en sus hijos. El papel de los padres, el primer modelo a seguir del niño, es fomentar la empatía en el hogar, en la escuela y en la comunidad a través de pequeños actos diarios de bondad y al crear una cultura de compasión.
Niños conscientes de sí mismos y respetuosos son lo que la sociedad necesita para generar confianza y un sentido de pertenencia para todos. Aprender a manejar las emociones, resolver conflictos pacíficamente, saber hacer amigos y tomar decisiones responsables son cosas que al final benefician a todos.
Para fomentar la empatía en tus hijos o los niños con los que convives, considera realizar cada día pequeños actos de bondad que puedan hacer juntos. Por ejemplo, ayudar al abuelo o algún adulto mayor a podar el jardín, comprar juntos algún juguete para regalarlo a un niño necesitado, o mejor aún, buscar entre los juguetes del niño alguno que esté en buen estado para donarlo a un pequeño que lo necesite, pues así, además de empatía, aprenderá a ser compartido y generoso.
Las siguientes recomendaciones te pueden ayudar a trabajar la empatía con los pequeños.
La enseñanza de la empatía involucra a los padres y a todos los adultos con los que el niño convive, ya que ellos son su modelo a seguir, por lo que, para empezar, la empatía debe estar presente en el entorno familiar, donde los miembros de la familia deben mostrar un comportamiento amable y empático entre sí y con todas las personas.
Cuando ocurra una situación en la que alguien está involucrado en una experiencia emocional, presta atención de manera adecuada y respetuosa y busca la forma de involucrar al niño en conversaciones sobre la experiencia de otra persona.
Si se trata de temas difíciles, como la muerte de alguien, explícale con honestidad y claridad lo que pasó, para que comprenda por qué las personas cercanas a quien falleció se sienten tristes, lloran o están enojadas. Busca conocer su sentir respecto a las situaciones que le rodean y que afectan tanto al niño como al resto de la familia o a sus amigos.
Como ya se dijo, los padres y los adultos que cuidan al niño son su principal modelo a seguir, así que debes predicar con el ejemplo. Si quieres que tu hijo sea una persona empática, empieza por serlo tú.
Comienza por ser amable, respetuoso y comprensivo con el niño. Nunca minimices ni anules sus pensamientos, sentimientos, emociones u opiniones; escucha siempre lo que tenga que decir y aclara sus dudas de una forma adecuada para su edad.
Además, dirígete con amabilidad y respeto a las personas con las que interactúas a lo largo del día, ya sea tu pareja, tus hijos, la persona que ayuda en casa con el aseo, los repartidores que llevan las cosas a domicilio, quienes atienden en tiendas o restaurantes, etcétera. Si tu hijo ve que eres amable y respetuoso, aprenderá a ser así.
Si tu hijo se dirige de manera grosera o irrespetuosa hacia cualquier persona, sea o no de la familia, es importante que le hagas notar que eso está mal, y ayúdale a comprender por qué.
Háblale sobre su comportamiento y sus palabras y pídele que se imagine cómo se sentiría si alguien más le hubiera dicho o hecho lo mismo a él. Ayúdale a entender que así como él se molestaría o se sentiría mal, a las demás personas les pasa lo mismo ante actos irrespetuosos o palabras groseras.
Es normal que cuando te sales de tus casillas y pierdes la paciencia, la empatía queda de lado y puedes hacer o decir cosas hirientes. Parte de la enseñanza de la empatía a tus hijos implica también un proceso de aprendizaje para ti, ya que debes aprender a controlar tus impulsos y actuar desde la calma, para evitar hacer o decir cosas de las que después te arrepientas.
El objetivo es que tus hijos te vean como alguien no perfecto sino que es capaz de lidiar con sus defectos y errores, que puede manejar sus emociones, tener autocontrol y mostrarse compasivo aunque las circunstancias sean adversas.
Explicarle a un niño por qué debe ser empático y compasivo no es tarea fácil. Puedes hacerlo más sencillo al tomar situaciones en las que tú actúas con respeto, amabilidad y empatía para después explicarle por qué es importante actuar de esa forma.
El punto es guiar a los niños para que aprendan a ver y comprender la situación o el punto de vista de los demás. Ayúdalos a ponerse en la piel de los demás al tener pláticas y hacerles preguntas que les ayuden a reflexionar sobre los estados mentales de los otros: ¿Qué sienten otras personas? ¿Por qué se sienten así? ¿Cuál fue la reacción ante tu comportamiento o tus palabras? ¿Por qué crees que reaccionan de esa manera? ¿Qué te dijeron las expresiones faciales de tal persona sobre sus sentimientos?
La capacidad de comprender las emociones de otras personas y responder con amabilidad es una habilidad para la vida; además, la empatía es la base de una comunidad unida y de una sociedad enriquecedora.
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