¿Cuándo es oportuno que los bebés tengan su propia habitación? Esta es quizá una de las preguntas más frecuentes en los padres, principalmente los primerizos. Una investigación publicada en la revista Pediatrics, una de las referencias académicas en el mundo de la infancia, puede cambiar por completo todo lo que se pensaba hasta el momento.
Según la mayoría de las guías, como la de la American Academy of Pediatrics, los niños deben dormir en la misma habitación que los padres, cerca de su cama –pero en una superficie diferente–, "idealmente hasta el primer año, pero por lo menos durante los primeros 6 meses". Deben encontrarse en "posición supina (es decir, completamente de espaldas) hasta que cumplan el primer año". En el estudio mencionado, a la edad de 1 año, los niños que dormian en su propia habitación lo hacían en promedio 40 minutos más que los que aún lo hacían en el cuarto de los padres.
En dicho estudio se advierte que los niños que duermen en la misma habitación que los padres no descansan adecuadamente como aquellos que lo hacen en una habitación separada, y ello tiene consecuencias negativas tanto para los pequeños como para los padres. Según las conclusiones de la investigación, "compartir la habitación con los niños de edades entre los 4 y los 9 meses está ligado a un menor tiempo de sueño durante la noche y prácticas de sueño poco saludables asociadas con el SMSL (síndrome de muerte súbita del lactante)".
La diferencia entre dormir en el cuarto de los papás o en su propio cuarto puede determinar la salud de toda la familia. Como ha señalado el autor principal del estudio, el doctor Ian M. Paul de la Escuela de Medicina de Penn de la Universidad de Pensilvania, "los bebés tienen breves episodios en los que se despiertan por las noches, y sospecho que si los padres están en la misma habitación hay más posibilides de que le respondan que dejar que vuelva a dormirse por sí mismo". De esa manera, los pequeños se acostumbran a la rápida reacción de sus progenitores, por lo que no llegan a aprender a reposar por su cuenta.
Si el niño duerme menos horas de las que debería o lo hace mal –la National Sleep Foundation recomienda de 14 a 17 horas hasta los 3 meses y de 12 a 15 hasta los 11–, las consecuencias pueden perjudicar tanto a los niños como a los padres. A los primeros porque un descanso poco reparador multiplica las posibilidades de que sufran sobrepeso y problemas de sueño a una edad más avanzada; a los padres, por razones obvias relacionadas con la calidad de su descanso.
Según las recomendaciones de la American Academy of Pediatrics, el bebé, durante su primer año de vida, puede dormir con sus padres, pero en una cuna cerca a la cama de éstos. Así siempre se tendrá a la vista, y será de fácil acceso para facilitar "la alimentación, el consuelo y la monitorización del niño". Sin embargo, el investigador de la Universidad de Pensilvania dice que eso hará que los padres no resistan llevarse al bebé a la cama, lo que complicará las cosas más adelante, además de que afecta el descanso de los tres.
El investigador propone revisar de nuevo las guías de la AAP, pero también, la manera en que muchos padres ponen en práctica estas recomendaciones. La diferencia de criterio entre unos y otros es, ante todo, una muestra de que en la crianza hay pocos acuerdos unánimes y muchas dudas.
Con información de El Confidencial
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