Ser un buen padre implica muchos retos; uno de ellos es el de convertirse en un buen ejemplo y fuente de inspiración. A través de los actos de los padres, los niños aprenden a vivir de forma adecuada, a valorar los esfuerzos y ser respetuosos de los valores humanos.
La psicóloga Mariana Rivera, especialista en terapia familiar, señala que los niños aprenden a desenvolverse a partir del mundo que los rodea, sobre todo, de los conceptos que reciben. Si los comentarios que escuchan en casa son positivos o negativos, los pequeños formarán un juicio propio a partir de lo que oigan de los adultos a su alrededor.
La felicidad, la satisfacción y el orden son los mejores ejemplos que se le puede dar a los niños para llevarlos por un camino de plenitud, al buscar un escenario similar al de casa.
Ser un buen ejemplo para los niños facilita las cosas. Su mundo se vuelve más armónico e íntegro, no hay incongruencias por las cuales sentirse desorientado, sino valores en los que apoyarse para ver el mundo con autenticidad.
Se trata sólo de ser una persona equilibrada y congruente, alguien con la capacidad de amar y entender que la educación es un gran reto que se puede cumplir; no hay por qué obsesionarse con la perfección, porque eso no es lo que los niños deben aprender.
Dar un buen ejemplo no es esperar que los niños sean réplicas de los adultos que los forman. Se trata de hacerles ver lo que está bien, que aprendan aquello que les va a ser útil para ser personas felices y a la vez, aptas para dar felicidad a otros.
Tania García, fundadora de Edurespeta y experta asesora familiar, comparte algunos consejos para que los adultos sean un buen ejemplo para los niños.
Fuentes
La mente es maravillosa, Salud 180