Amable, comprensivo, generoso y un gran maestro. Los papás pueden tener muchos adjetivos que describen cómo suelen ser con sus hijos, así como las enseñanzas que les brindan para orientarlos a ser buenas (y grandes) personas.
Quizá las enseñanzas de ellos son muchas, pero hay cinco que destacan y que los más jóvenes pueden replicar con sus hijos, porque son grandes ejemplos de cómo ser una gran persona.
Cuando haces algo, debes poner en ello tu corazón y tu alma. Desde tender tu cama hasta liderar un equipo de trabajo, no te permitas hacerlo a medias. Es una lección simple, pero muy importante.
Hay personas que son agradables sólo cuando quieren sacar provecho de alguien, pero no el resto del tiempo, ni tampoco con los demás. Una vez que se revela la farsa, a nadie le caen bien esas personas. Es importante sonreír, mirar a los ojos y saludar, ya sea que se trate del CEO de una importante empresa o de tu vecino. Lo fundamental es ser amable y respetuoso con los demás, y sobre todo, bondadoso.
Siempre perdona a quienes te hagan daño. No importa de qué se trate, no guardes rencor ni odio en tu corazón, pues hacerlo puede marchitar a cualquier persona. No es fácil perdonar, pero eso te libera del odio y la ira, para poder vivir una vida mejor.
No es sencillo, pero es algo simple: desahógate y luego supéralo. A largo plazo, los lamentos son inconvenientes, porque no te permiten avanzar ni crecer. Incluso cuando tengas días pesados y te frustren las circunstancias cotidianas, recuerda que la vida no es tan larga como para quejarse durante mucho tiempo.
Toma un tiempo de tu día para celebrar la vida. Haz una donación de caridad, juega con tus hijos, canta en la regadera, cómete un helado, ¡sólo disfruta! Las celebraciones sacan lo mejor de cada circunstancia y originan los mejores recuerdos, ¿y qué son los padres, si no los creadores de estos inolvidables momentos?
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Con información de Fatherly