En una relación, puede ser difícil organizarse cuando se trata de quién sale a trabajar y quién cuida de los hijos. Aunque es verdad que hoy en día hay todo tipo de dinámicas familiares y casos en los cuales se las arreglan para trabajar los dos con ayuda de algún familiar o de la guardería.
Para aquellos que se dividen las tareas, es decir, que uno se queda en casa de tiempo completo y el otro sale a ganar dinero, hay algunas discusiones que tarde o temprano surgirán. Por ejemplo:
- “¿Qué hiciste todo el día?”. Asumir que porque una mitad de la pareja se queda en el hogar tiene tiempo no sólo para atender a los pequeños, sino para todas las demás tareas que implica llevar una casa (limpiar, lavar ropa, cocinar, etc.). Hay que ser conscientes de que se trata de dos trabajos de tiempo completo y es normal que una sola persona no encuentre ni el tiempo ni la energía para tener todo eso bajo control. Este conflicto se soluciona al reconocer que ambos realizan labores muy valiosas y que pueden lograr hacer todo como el equipo que son.
- “Necesito alguien con quién hablar”. La persona que se queda todo el día con los niños tiene la necesidad de convivir con otros adultos en algún momento de su día. Cuando el que trabaja fuera durante la mayor parte de la jornada llega a casa, se ve bombardeado con preguntas y temas de conversación. El problema es que lo que quiere es descansar y desconectarse del estrés de la oficina, el tráfico y demás presiones externas. La clave es que ambos sean empáticos. Por un lado, el que sale puede aprovechar su camino de regreso para relajarse y llegar con toda la disposición de escuchar a su pareja. Por otro lado, el que se queda puede darle un rato al que llega para soltar la tensión y después fomentar la convivencia activa.
- “¿Por qué siempre andas en pants?”. Mientras uno tiene la prioridad de arreglarse para salir al trabajo, el otro intenta cuidar a uno o varios bebés y salir a comprar comida sin morir en el intento. Esto puede significar que sus atuendos no son precisamente lo más chic. Cuando el primero en esta ecuación recrimina al segundo porque no se esfuerza con su imagen personal, pueden salir chispas. Lo más recomendable es, en primer lugar, ser empáticos. Es básico entender que los trabajos de cada uno son muy diferentes. Por otra parte, si eres quien pasea por el supermercado en pants, puedes hacerte el regalo de encontrar tiempo para arreglarte y sentirte mejor contigo mismo. La opinión de los demás no tiene relevancia.
- “Estás más interesado en el trabajo que en mí”. Un trabajo de oficina suele consumir la mayoría del tiempo y la energía de una persona. Lo cierto es que quien se encarga de esa parte puede resultar algo monotemático cuando llega a casa. Si obtiene un ascenso o reconocimiento especial, lo mínimo que puede hacer su pareja es mostrarse feliz también. El problema viene cuando la otra parte expresa poco o nulo interés en los logros del primero, y remata con un reproche acerca de cómo la prioridad es siempre el trabajo y nunca la familia. Hay que recordar que ambos deben apoyarse mutuamente para tener éxito y construir una dinámica familiar amorosa y sana.
Con información de Fatherly