En general, para la mayoría de la gente las reuniones con amigos suelen ser motivo de emoción y entusiasmo; pero las cosas cambian cuando eres introvertido, ya que estar sentado a la mesa con varias personas a la vez, incluso algunas que ni siquiera conoces, puede convertirse en algo realmente abrumador.
La psicóloga clínica Carla Marie Manly, autora del libro Joy from Fear, proporciona algunos consejos para sobrevivir e incluso prosperar en una reunión grupal.
"Permítete ser quien eres", dice Manly. Conocerte a ti mismo te permitirá aceptar tu introversión para aprender a manejarla, en vez de desafiarla. Haz lo necesario para que la situación sea lo más agradable posible para ti. Por ejemplo, si sabes que habrá mucha gente que no conoces y que el anfitrión no podrá estar de tiempo completo contigo, lleva a un amigo cercano para que te ayude a sentirte apoyado, acompañado y lejos del estrés.
No tienes que convertirte en el alma de la fiesta ni ser el centro de atención para pasarla bien y transmitir vibra positiva a quienes te rodean. Basta con que regales una sonrisa, incluso a los que no conoces, y que te muestres abierto a seguirle la conversación a quien se acerque a hablar contigo. Aprovecha tu capacidad para escuchar, sé amable y accesible, y verás cómo todo fluye de mejor manera, sin tensión ni angustia.
Cuando no es una fiesta en la que se forman pequeños grupos por todos lados (lo cual facilita la huida) sino una sola mesa grande con todos los invitados sentados alrededor, procura sentarte en una orilla, la que esté más cerca de la salida, para que en el momento en que empieces a sentirte abrumado puedas salir al patio, respirar un poco de aire fresco y relajarte.
O bien, si te estresa la charla de sobremesa, puedes ayudar al anfitrión a recoger y lavar los platos, lo que te permitirá alejarte un rato del bullicio y estar en un ambiente más tranquilo con sólo una o dos personas más. "Estos descansos y tareas relajantes le dan a tu cerebro y espíritu la oportunidad de relajarse", explica Manly.
Aunque todas las situaciones sociales traen el estrés de parecer vivaz y amigable con todos, la única persona de la que realmente debes preocuparte es de ti mismo. Piensa que pasarás esas 2 o 3 horas bien.
Así que siéntate, respira hondo y disfruta de la comida, de la compañía de la persona que te invitó, de los mimos de su perro y, por qué no, de una charla casual con alguno de los demás invitados. Y recuerda que en el momento en que te sientas incómodo, puedes salir un momento o despedirte y retirarte, pues nadie te obliga a quedarte donde no estás a gusto.
Con información de Well+Good