Dicen que en las crisis conoces a tus verdaderos amigos. Cuando te despiden del trabajo, cuando truenas con tu pareja, ese día en el que te pasa algo que jamás creíste que ocurriría pero, cuando volteas, ahí están tus incondicionales para cuidar de ti.

Es fácil validar esa imagen cuando piensas en tus conocidos, en quienes quieres. Pero algo se “atora” al tratar de extrapolar la empatía y el cuidado hacia un círculo más amplio. Por ejemplo, a los vecinos de tu calle, a todos los habitantes de tu alcaldía o incluso a toda la ciudad.

¿Te imaginas el poder transformador que tendría pensar así de quien sea, de cualquier desconocido, por el simple hecho de vivir en la misma ciudad? Suena utópico, y es verdad que en estos días en la Ciudad de México y en muchos otros estados del país la realidad ha puesto a prueba a todos. ¡Cuánta gasolina se necesita!

No se sabe si hay más desabasto o más pánico, pero antes de caer en esa inercia de psicosis, que es normal ante situaciones que salen de lo rutinario, haz una pausa y detente un momento a pensar si realmente necesitas formarte durante horas para llenar tu tanque, aunque normalmente no lo llenas.

Quizá el problema no es que no haya suficiente gasolina (si bien el gobierno ha reconocido que sí tiene retrasos para abastecer) sino que, en nuestra sociedad, las personas sólo se preocupan por sí mismas y no por los demás.

Dejar a un lado el egoísmo, pensar que probablemente algunos de los que vienen atrás en la fila son taxistas y sí requieren llenar su tanque para lograr su ganancia del día, entender que no te hace falta lo que no necesitas y dejar de difundir rumores en tus redes son buenas acciones para empezar.

Finalmente, las crisis también son una oportunidad. Si puedes, usa el transporte público unos días, saca tu bici, trabaja desde casa o camina más. Este desabasto parece de película posapocalíptica, pero si guardas la calma pasará mucho más pronto de lo que crees.