En los últimos años, biólogos y psicólogos evolucionistas han notado que el sexo no sólo tiene una función reproductiva en el ser humano, sino también una función social de estrechar los lazos y permitir que una pareja permanezca junta y proteja a su descendencia.
La investigadora Andrea Meltzer argumenta que no sólo es importante que el sexo se siente bien y por lo tanto llama a consumar el acto en un orgasmo que puede producir un nuevo individuo, sino que el estado posterior al sexo también se siente muy bien, esto es lo que llaman el "afterglow", la luminiscencia o brillo que le sigue al sexo, ese estado que hace que los rostros brillen y que las personas se sientan relajadas y ligeras.
Esta luminiscencia postrera sería lo que aglutina a las parejas a un nivel biológico. No se trata sólo del orgasmo, sino que los beneficios del sexo son toda una gama de neurotransisores y sustancias endócrinas que se secretan a lo largo del acto y de la misma intimidad. Para medir esto, Meltzer reclutó a un grupo de parejas recientemente casadas. Las parejas llenaron cuestionarios para saber cómo se sentían y qué días habían tenido sexo.
Los resultados mostraron que estas parejas en promedio tenían sexo cuatro veces cada 2 semanas. Las parejas reportaron sentirse en una especie de high sexual durante un promedio de 2 días después de haber tenido sexo; para el tercer día, su nivel de satisfacción bajó a los niveles basicos. A partir de esto, el equipo de la Universidad de Florida concluyó que la luminiscencia sexual dura en promedio 48 horas.
La misma investigación fue correlacionada con niveles de satisfacción marital meses después del estudio. Los resultados mostraron que este índice de luminiscencia sexual puede usarse para predecir el nivel de satisfacción de las parejas. Esto sugiere que el éxito de un matrimonio depende, entre otras cosas, de la calidad de las relaciones sexuales (más que de la cantidad), algo que podría ser obvio, pero aun así, esto le da validez científica.