El orgasmo femenino es uno de los grandes misterios de la biología evolutiva. Pocos temas han generado más investigación y especulación entre los biólogos en los últimos años que el orgasmo femenino; esto se debe principalmente a que no se ha encontrado una teoría que explique satisfactoriamente la función del orgasmo femenino, el cual contrasta con la clara función biológica reproductiva del orgasmo masculino.
Aunque se han esbozado numerosas hipótesis que buscan darle a la explosión de placer femenino una función biológica (entre ellas algún vínculo en el pasado con la ovulación que favorecía el embarazo), lo cierto es que ninguna es contundente. Como sugiere el biólogo Richard Prum, tal vez habría que cambiar de perspectiva y de paradigma y considerar que el orgasmo femenino no tiene ninguna función además del puro placer. ¿Pero tiene el placer una función evolutiva?
El mismo Darwin había especulado en su Origen de las especies que los animales seleccionan a favor de la belleza; simplemente, a los animales les gustan las cosas bellas. No lo hacen sólo por razones adaptativas. Esta explicación había quedada sepultada bajo el peso de otras afirmaciones más famosas en el corpus darwiniano. Prum la ha rescatado y mantiene que caracteres vistosos como el plumaje de un pavo real o el tamaño del pene humano evolucionan simplemente por razones del placer y la estética. La belleza no necesita de una razón.
En el caso del orgasmo femenino, Prum explica que existe simplemente porque hace sentir bien a las mujeres; naturalmente las mujeres buscan parejas que les producen placer, pero no están siguiendo un cableo biológico ligado a una función adaptativa (aunque se pueden hacer más estudios en este sentido, e indagar si los hombres que producen más orgasmos a las mujeres tienen mejores sistemas inmunes o una mayor histocompatibilidad): "La propuesta estética es que el placer humano femenino y el orgasmo evolucionan porque las mujeres prefieren reproducirse una y otra vez con hombres que estimulan su placer sexual. Así las mujeres han seleccionado indirectamente estas variaciones genéticas que han contribuido a la expansión de su propio placer".
Esto sugiere que no sólo somos movidos por la tiranía de los genes de perpetuar nuestra especie, sino por un imperativo del gozo, por el placer que esculpe también la biología, y que es un fin en sí mismo.