¿Alguna vez has escuchado acerca del Yin Yoga? Esta práctica está basada en los conocimientos de la medicina tradicional china y se trata de una disciplina muy relajante y tranquila, como todo el aspecto yin: lo suave, sutil, femenino, frío, calmado.
Además de relajarte profundamente, con esta práctica también podrás trabajar con los meridianos de tu cuerpo. Esos canales energéticos que están ligados a todos tus órganos. Yin Yoga te traerá equilibrio en tiempos de caos.
Recuerda siempre escuchar a tu cuerpo antes de realizar cualquier tipo de práctica nueva.
Esta secuencia te ayudará a mejorar la circulación del chi (energía vital) por todos esos órganos necesarios para tener un sistema inmunológico fuerte.
La finalidad de Yin Yoga es que te quedes en esa postura de 3 a 5 minutos. Pero si es demasiado para tu cuerpo, puedes iniciar con periodos cortos y aumentar el tiempo de permanencia poco a poco. Ante todo, respeta los límites, no debe existir ningún tipo de dolor.
Esfinge
- Acuéstate boca abajo.
- Aprieta los codos con las manos opuestas y mueve los codos justo por delante de los hombros, apoyándote.
- Observa cómo se siente esto en la parte baja de tu espalda. Si las sensaciones son demasiado fuertes, mueve los codos más adelante, baja el pecho más cerca del suelo.
- Si quieres, puedes colocar las palmas de las manos en el suelo delante de ti como una esfinge.
Media montura
- Hay varias opciones para llegar a esta postura. Empieza con simplemente sentarte en los talones y notar cómo te sientes.
- Si hay dolor en las rodillas, no lo hagas así. Si los tobillos duelen, prueba con una manta debajo de ellos.
- Acuéstate sobre tus manos y crea un pequeño arco en la parte baja de la espalda.
- Comprueba cómo te sientes.
Mariposa con soporte
- Desde una posición sentada, junta las plantas de los pies y luego deslízalas lejos de ti.
- Deja que tu espalda se redondee, dóblala hacia adelante, apoya ligeramente las manos en tus pies o en el suelo delante de ti.
- La cabeza debe colgar hacia abajo.
Torsiones
- Acuéstate sobre tu espalda con las piernas extendidas y los brazos en forma de cruz o hacia los lados.
- Lleva tus rodillas hacia el pecho y déjalas caer hacia tu derecha.
- Repite hacia el lado izquierdo.
- El giro al final de la práctica ayuda a restablecer el equilibrio del sistema nervioso y a liberar la tensión en la columna vertebral.