La pandemia de covid-19 tiene al mundo hundido en la incertidumbre, y en tanto no existan una cura o una vacuna efectiva, las cosas seguirán siendo complicadas.
Por esta razón es lógico que el miedo y la fatiga mental se incrementen, y si en algún momento ya habías logrado controlar los pensamientos negativos y la ansiedad, posiblemente regresen. Así que a partir de ahora es sumamente importante no perder la calma.
Ahora mismo puedes encontrarte con dos contagios: el virus y las emociones que éste genera. Las emociones negativas son tan contagiosas como el virus, y también son tóxicas.
La fatiga, el miedo y el pánico pueden afectar tu capacidad de pensar con claridad y creatividad, gestionar tus relaciones de manera efectiva, centrar la atención en las prioridades correctas y tomar decisiones inteligentes e informadas.
Este impacto comienza fisiológicamente. La "carga alostática" se refiere al costo del desgaste crónico o extremo en el cuerpo, mente y emociones. La sobrecarga alostática ocurre cuando la demanda de tus recursos internos excede su capacidad. Entonces, ¿cómo puedes cuidarte mejor y desarrollar más resiliencia?
Una forma es que seas más consciente de lo que influye en tu comportamiento ante la amenaza y el peligro. La parte más indefensa, vulnerable e infantil, es el yo abrumado, y al igual que un padre amoroso lo hace por un niño asustado, tu yo adulto puede calmar y tranquilizar a tu yo abrumado.
En el modo de supervivencia, la amenaza reduce tu visión y tu corteza prefrontal se apaga progresivamente. La amenaza puede ayudar a movilizar tu atención, pero cuando se trata de resolver problemas complejos que tienen múltiples variables, necesitas tus más altos recursos cognitivos.
No puedes cambiar lo que no percibes, por lo que el primer paso es estar más consciente de lo que sientes en un momento dado. Eso significa que cultives la capacidad de observar tus emociones, en lugar de ser manejado por ellas. Simplemente nombra cada sentimiento para tener más distancia de ellos, especialmente cuando son intensamente negativos.
El segundo paso es calmarte, independientemente de lo que suceda a tu alrededor. Una manera simple pero poderosa es usar la respiración. Al inhalar por la nariz hasta contar hasta 3 y exhalar por la boca hasta contar hasta 6 es posible limpiar el torrente sanguíneo de cortisol (la hormona del estrés más dañina) en tan sólo 1 minuto. El movimiento también es útil. Una explosión de saltos, o correr arriba y abajo, es una forma rápida y confiable de descargar el estrés y calmar el cuerpo y la mente.
Una vez que te sientas más tranquilo y más capaz de reflexionar, es posible entrar en tu yo adulto. Al volver a poner a cargo a tu yo adulto, es posible que pases de la ansiedad y miedo a un lugar más tranquilo en el que puedas mantener y contener a tu ser más vulnerable, para que ya no se sienta abrumado.