Quizás, al inicio de la pandemia te emocionaba bastante todo el entusiasmo mostrado en las redes sociales. La comunidad humana aprovechaba al máximo la situación. Aunque circunstancias terribles confinaron a los seres humanos en sus hogares, había un gramito de esperanza allá afuera, y eso permitía que te sintieras contento en casa.
Pero no se puede olvidar todo lo que sucede alrededor. Muchas personas están enfermas o han muerto. Mucha gente, quizás incluidas personas que conoces, han perdido sus trabajos, y muchos viven con miedo. Sin embargo, a medida que la vida tal como la conocías comenzó a cerrarse, te maravillaste de tener tiempo para las cosas simples, de tener tiempo para disfrutar de tu casa, de tu familia, de tu perro o de tu soledad, y de esas cosas “pequeñas” para las que no encontrabas tiempo anteriormente.
No obstante, cuando la novedad de todo esto empezó a desaparecer y los ejemplos inspiradores se acumularon, tal vez sentiste que hacer ciertas actividades se convirtió en una presión. Ahora que muchos están confinados en sus hogares tienen que hacer cosas importantes, divertidas o creativas, como todo el mundo lo dice: "¡Usa el tiempo extra para tomar cursos!", "¡Crea obras de arte!", "¡Escribe o lee libros!", "¡Renueva tu hogar!", "¡Debes aprovechar en todo momento el encierro!".
No hay nada de malo en ser productivo o creativo. Puede ser una forma útil y constructiva de hacer frente a las situaciones, pero también debes permitirte llorar, tener miedo y reducir la velocidad si lo necesitas. El mundo no había enfrentado nada como esto en más de 1 siglo, así que es correcto e incluso apropiado no estar bien, no querer inventar cosas ni reír o jugar todo el tiempo.
Algunas personas pueden sentirse fracasadas porque no hacen lo suficiente dentro de esta pandemia y simplemente es porque luchan para hacerle frente.
Hoy en día es preferible ser alguien que supera las circunstancias para alentar y ayudar a los demás, que dejarte llevar por la situación. Es bueno que lamentes lo que ocurre en el mundo, que no sepas qué vas a hacer después, que llores, que grites, te encierres, no te levantes de la cama. Está bien que no quieras bañarte para ahorrar gas y ropa limpia, que decidas comer comida chatarra algunos días y queno te den ganas de hacer ejercicio. Está bien y es normal porque eres humano y todo lo que pasa ahora te afecta.
No es obligatorio seguir tutoriales de cocina o aprender manualidades. Permítete sentir la realidad de lo que pasa en tu mente y tu cuerpo, para que puedas liberar esos sentimientos de la mejor forma posible, pues luchar contra ello y forzarte a tener una “cuarentena perfecta” no te ayudará en ningún sentido.
Si sientes que todo esto es demasiado y no puedes, es porque lo es, y tienes todo el derecho de vivirlo. Así que no te presiones, no tienes por qué hacer lo que todo el mundo dice que hace o que deberías hacer. Sigue tu ritmo, pues ahora lo más importante es que estés bien y conserves tu salud en todos los sentidos.
Por último, si sientes que las emociones te desbordan y no hay nadie a tu lado con quién compartirlo, comunícate con alguien si eso te hace bien y desahógate. Recuerda que el aislamiento no implica desconexión, así que toma el teléfono y llama o escribe a esas personas que te hacen bien y que te ayudan a mejorar tus ánimos, pues su compañía a distancia te ayudará a sobrellevar todo esto de una mejor manera.
Con información de Psychology Today