La obesidad es un problema creciente y se ha acentuado con la inactividad y los problemas emocionales ocasionados por la pandemia. En un panorama donde siete de cada 10 mexicanos viven en un mundo de tallas y kilos extra, la problemática de la obesidad en el país ha llegado al punto de considerarse una epidemia.
El 4 de marzo fue propuesto por varias organizaciones internacionales, a las que se sumaron diversas naciones, entre ellas México, para hacer conciencia de los daños que conlleva esta enfermedad tanto a la salud física como al bienestar emocional de las personas, ya que también afecta la autoestima.
Al respecto, el doctor Fernando Pérez Galaz, cirujano bariatra, coordinador del Instituto de Obesidad y Síndrome Metabólico del Hospital Ángeles Lomas y director de Gastrobariátrica Santa Fe, asegura que la importancia de este día es que ya se realiza un esfuerzo grupal y global para cambiar paradigmas sobre la obesidad. “Esforzarse juntos para cambiar la mentalidad sobre el tema” es lo más importante, de acuerdo con el especialista.
Para Pérez, lo más importante para poder combatirla es que, primero, se reconozca a la obesidad como enfermedad, pues fue catalogada como tal apenas en 2013, pero la estigmatización para quienes la padecen continúa:
Todavía se piensa que la obesidad es un estado que el paciente se inflige por su mala conducta alimenticia; y los médicos, en muchos casos, somos los primeros en señalar a los pacientes. Sin embargo, la obesidad presenta diversos factores genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales. Dejemos de pensar que solamente se trata de calorías que entran y salen del cuerpo, el tema es mucho más complejo que una simple regla.
En menos de 40 años, entre 1975 y 2014, la prevalencia de la obesidad a nivel global se triplicó en los hombres, mientras que en las mujeres aumentó más del doble, según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se estima que, en todo el mundo, mil 900 millones de personas adultas padecen sobrepeso y otros 650 millones presentan obesidad. Anualmente, la cifra de muertes relacionadas con el exceso de peso rebasa los 3.4 millones de casos a nivel global.
En México, el panorama es menos alentador: 71% de la población padece sobrepeso. Y se trata de un mal que ya traspasa los rangos de edad, pues no sólo afecta a los adultos; hoy, tres de cada 10 niños tienen sobrepeso.
De acuerdo con el experto en obesidad, esto se debe a diversos factores, desde la falta de buenos hábitos alimenticios y la poca o nula actividad física, hasta factores genéticos u orgánicos. Sin embargo, la prevalencia de alimentos altamente procesados y con altos niveles energéticos ha agudizado la problemática en México.
“Actualmente el ambiente alimentario que rodea a la población infantil no es ideal, ahora los alimentos que están más a la mano son los que, generalmente, son menos saludables”, comenta Pérez.
Esta situación presenta nuevas problemáticas de salud: ahora los niños sufren de enfermedades que antes solamente eran diagnosticadas en la edad adulta, como diabetes, hipertensión, problemas respiratorios, alteraciones del sueño e insuficiencia renal.
En México, el problema está además vinculado con el estigma de las enfermedades mentales, ya que más del 50% de las personas con obesidad padecen depresión.
Otro de los factores que explican el aumento de la obesidad entre la población mexicana es el elevado consumo de bebidas azucaradas. México ocupa el deshonroso primer lugar en consumo de refrescos a nivel mundial: en promedio, una persona bebe 163 litros de refresco al año, según un estudio realizado en 2019 por la Universidad de Yale.
El etiquetado frontal de alimentos y bebidas no alcohólicas entró en vigor el pasado 1o de octubre de 2020. Desde entonces, los mexicanos han sido testigos de algunos cambios en ideas y conductas en torno al consumo de este tipo de productos.
Como respuesta al elevado número de casos de sobrepeso y diabetes en México, la Secretaría de Salud declaró emergencia epidemiológica a fin de intensificar las acciones de prevención, diagnóstico oportuno y control de estas enfermedades.
Por ello, y derivado de un intenso proceso legislativo, se aprobaron las reformas a la Ley General de Salud para establecer el etiquetado frontal en donde se advierte de manera clara, veraz, rápida y simple sobre el contenido que excede los niveles máximos de nutrientes críticos e ingredientes no saludables.
Así pues, los empaques de productos con estas características deben mostrar un sello negro de forma octagonal que advierte si el contenido incumple con los niveles saludables de azúcares, calorías, grasas saturadas, grasas trans y sodio.
De acuerdo con un monitoreo realizado en hogares mexicanos, el 46% considera que estas modificaciones ayudarán a reducir y controlar la obesidad, el 28% piensa que ayudarán mucho, el 14% dijo no saber si ayudarán y el 11% respondió que no ayudarán nada. Nueve de cada 10 categorías (alimentos, bebidas y lácteos) cuentan con al menos un sello o leyenda.
Al respecto, Pérez Galaz opina que:
Algunas de las conclusiones a las que llegamos con este análisis de primeros meses es que el etiquetado no muestra una afectación clara y concluyente en el mercado; aunque se muestra algo de pérdida en frecuencia, se recuperan las categorías vía compra por ocasión.
Tampoco se ve un impacto claro, incluso si la marca presenta más sellos que otras… No hay correlación en la afectación. Es pronto para concluir que definitivamente no habrá un efecto mayor, ya que puede irse construyendo con el paso del tiempo, o cuando entren en vigor los siguientes puntos de la reforma a la ley.
Por lo pronto, y más allá de que los etiquetados funcionen o no, es importante que las personas sean conscientes de que la alimentación es una de las bases más importantes para la buena salud, por lo que es urgente empezar a elegir los alimentos de forma consciente e inteligente al preferir los productos naturales y reducir o evitar los procesados y con exceso de azúcares, calorías vacías y grasas dañinas, así como al llevar una dieta variada y balanceada.
Además, es fundamental fomentar la práctica de actividad física e inculcarla en los niños para evitar que pasen horas y horas sentados ante las pantallas y promover que vuelvan a moverse, a jugar y correr, como hacían los niños de antes. Para esto, el ejemplo, la guía y la compañía de los papás es primordial. Así que, si tienes hijos, actívate junto con ellos, y si no los tienes, actívate por tu bienestar y tu salud.
Con información de Dr. Fernando Pérez Galaz
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