Una delgada línea separa la juventud de la madurez, y en el caso de las mujeres ello sucede aún más temprano: a los 35 años. Es inevitable, por lo cual deben cuidar su organismo y prepararlo para los cambios que se aproximan, porque aunado al ritmo de vida, es cada vez más difícil encontrar un espacio dedicado al cuidado personal.

La nutrióloga Paola Zarza Reynoso explica que con la edad ocurren cambios metabólicos que pueden repercutir en la salud a largo plazo. Es necesario considerar una alimentación que aporte nutrientes específicos para favorecer un buen metabolismo, pero además para asegurar el buen funcionamiento a nivel celular para procesos vitales, como la obtención de energía y la adecuada concentración, entre otros.

La especialista señala que es en la tercera década de vida cuando disminuye la eficiencia del metabolismo; aunque la alimentación sea la misma que 1 década atrás, ya no gastas la misma cantidad de energía, lo que implica una mayor acumulación de grasa: “Por ello la importancia de consumir vegetales, proteínas, grasas buenas, suficiente agua, y practicar actividad física, hábitos que incluso puedes complementar con suplementos alimenticios que pueden favorecer la obtención de sustancias vitales suficientes”.

Hábitos saludables son clave 

Adoptar esta idea es difícil emocionalmente, por que a los 35 años las mujeres se encuentran en una de las mejores etapas de la vida, pero es un momento adecuado para realizar los ajustes necesarios en el estilo de vida. Una buena alimentación es necesaria en la edad de adultez y cerca de la etapa de menopausia. 

En la actualidad, los estilos de vida son muy activos y demandan energía para desempeñar labores cotidianas de manera exitosa. Para lograrlo, la salud debe estar en óptimas condiciones y alejada de factores como sobrepeso y obesidad. Éstos también se asocian a otros riesgos como diabetes, hipertensión o deficiencias en aporte de nutrientes específicos.

Una manera de ayudar al organismo a obtener todos los nutrientes que requiere es a través de suplementos. Hay productos enfocados en las necesidades de la mujer en esta etapa, con ingredientes de origen natural como extracto de té verde, extracto de semilla de uva, omegas 3 y 6, betacaroteno, hierro, zinc, cobre, vitaminas B y C, cromo y cartílago de pescado, entre otros, que actúan simultáneamente y en sinergia con el organismo.

Por último, es importante recordar que una nutrición adecuada también impacta en el salud de la piel. La dermatóloga Janina Llergo recomienda mantener una alimentación balanceada y una correcta hidratación, para combatir los efectos del estrés oxidativo que se manifiestan con la aparición de arrugas, surcos, manchas, disminución de la elasticidad y flacidez.