En la naturaleza, los animales se guían por sus ritmos circadianos, los cuales rigen sus hábitos, los vuelven criaturas diurnas o nocturnas y, con base en ello, realizan diferentes actividades en distintos momentos del día.
El ser humano también tiene su propio ritmo circadiano, sin embargo, elementos como la tecnología y la electricidad que nos permite tener luz durante toda la noche, hacen que estos ritmos se vean alterados, pero aún así, permanecen dentro del organismo.
La ciencia ayurvédica se basa en este principio del antiguo texto indio, el Yajur Veda: "Yatha Brahmande, Tatha Pinde; Yatha Pinde, Tathe Brahmande", que significa: "Como es el universo, tal es el cuerpo humano; como es el cuerpo humano, tal es el universo" y se refiere a la estrecha relación que existe entre la naturaleza y el ser humano, entre sus procesos y sus ciclos.
Esto significa que en el universo se recrean patrones que ocurren dentro del cuerpo humano, y viceversa. Mediante un simple examen de los ciclos del Sol, podemos entender lo que sucede dentro de nuestros cuerpos y, por lo tanto, podemos determinar qué actividad es la más adecuada para un momento particular del día, como sucede con los animales que se mencionan al inicio.
En este sentido, en Ayurveda se ha hablado de la importancia de los ritmos circadianos mucho antes de que se acuñara el término. Según Ayurveda, el día se divide en seis fases únicas, basadas en los tres doshas, o tipos de energía, y cada una de esas fases, según sus características, es idónea para actividades específicas.
Los tres doshas son los siguientes:
- Vatta: relacionado con el elemento aire y es el principio gobernante del movimiento.
- Pitta: relacionado con el elemento fuego y es el principio gobernante de la digestión y el metabolismo.
- Kapha: relacionado con el elemento tierra y es el principio gobernante de la estructura del cuerpo.
Las siguientes son las seis fases en las que se divide el día, según la tradición del Ayurveda, así como las actividades propicias para cada una, según sus características y los ciclos que el cuerpo realiza en ellas.
Cuando el sol sale, la naturaleza inicia sus actividades metabólicas, mientras la tierra aún está húmeda y fresca por el rocío de la madrugada. De manera similar, nuestro cuerpo y su entorno digestivo están húmedos y lentos, probablemente con congestión nasal y mucosidad, e incluso con cierta rigidez en las articulaciones. Por lo tanto, el objetivo durante las primeras horas del día es calentar el cuerpo y ponerlo en marcha.
Esto hace que éste sea el momento ideal para el ejercicio, ya que la actividad física enciende el intestino, calienta las articulaciones y pone en movimiento todos los fluidos corporales.
Por otro lado, para el desayuno es recomendable consumir algo tibio y ligeramente especiado, ya que esto apoya el calor interno. Mientras que los batidos y bebidas frías, cuando se consumen temprano en la mañana, humedecen aún más el intestino; esto puede dar a uno la ilusión de estar saciado a medida que el fuego digestivo disminuye, pero podría dañar las bacterias del intestino a largo plazo.
A medida que el sol alcanza su punto máximo, todo se enciende y la actividad metabólica diurna está en su punto más alto. Esto hace que las personas sean naturalmente más productivas en este periodo y también que se sientan más hambrientas. Por ello, la hora del almuerzo es una oportunidad para consumir las comidas más grandes y disfrutar de los alimentos con calma.
A medida que el sol comienza su descenso, la energía fresca y ventosa se esparce por todo el planeta. A menudo bostezamos y nos estiramos para eliminar el aire atrapado, y también puede aparecer un poco de irritabilidad.
El deseo de permanecer concentrado por más tiempo hace que la cafeína sea atractiva. Pero la recomendación ayurvédica es tomar un poco de aire fresco, hacer unas cuantas respiraciones profundas y beber un estimulante té de menta, que ayuda a mejorar la concentración y la digestión. También es recomendable reservar este periodo para tareas que requieran menos atención, para que puedas comenzar a relajarte.
A medida que el sol desaparece y cae la noche, el sistema digestivo se ralentiza y la energía del organismo va a la baja. Antes de la llegada de la electricidad y la luz a los hogares, los humanos realizaban sus últimas comidas antes del atardecer. Con esto en mente, la cena debe consumirse temprano y debe ser la comida más ligera y sencilla del día, de modo que el organismo tenga suficientes horas para realizar la digestión antes de dormir.
Para ayudar a que el cuerpo se relaje durante este periodo, también es recomendable atenuar las luces, disminuir el ritmo y comenzar a prepararte para la hora de ir a dormir.
Los humanos somos seres diurnos, lo que significa que deberíamos estar activos durante el día y relajarnos por la noche, aunque en el mundo actual, muchas veces pasa lo contrario, pues nos desvelamos aunque debamos madrugar, y los días de descanso dormimos hasta tarde.
Una vez que se pone el sol, nuestros cuerpos comienzan a prepararse para la reparación y restauración celular nocturna. Es un momento para la curación sin esfuerzo, siempre y cuando uno esté dormido. Estar en la cama lo más cerca posible de las 10 de la noche y priorizar un sueño de alta calidad con pocos despertares nos permite aprovechar este periodo de curación, restauración y regeneración.
El cuerpo ha terminado su reparación celular, la digestión está completa y hay una ligereza natural. De repente, los patrones de sueño se vuelven ligeros, lo que hace que sea más difícil volver a dormirse si uno se despierta durante estas horas. Esto puede propiciar que se establezca la ansiedad, a menos que se le dé algo mejor que hacer a la mente.
Lo mejor es seguir durmiendo en este horario, pero si no te es posible, para evitar la ansiedad, lo mejor es ocupar la mente en la meditación, el trabajo de respiración y el canto de mantras, para poner a tierra el sistema nervioso y utilizar los patrones de ondas cerebrales matutinas de alta frecuencia.
Cuando el reloj marca las 6:00 nuevamente, regresamos a la fase kapha de la mañana y el ciclo se repite. Ahora que lo sabes, puedes aprovechar la sabiduría de la Ayurveda para ajustar tus rutinas a los ciclos y horarios naturales del cuerpo, para así preservar tu energía, mejorar tu salud y propiciar tu bienestar en todos los ámbitos.
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