El pasado fin de semana asistimos a uno de los eventos imperdibles para todo amante de la comida: Comilona, que este año celebró su octava edición en la Ciudad de México. Como su nombre lo sugiere, este festival es un tributo a las nuevas propuestas gastronómicas, que reúne a productores locales y negocios emergentes para darles la oportunidad de ganar exposición y deleitar a los fanáticos de las nuevas experiencias culinarias.
Desde el medio día se empezaron a llenar los pasillos de la casa antigua de la colonia Juárez donde se llevó a cabo el evento. Los stands de 25 expositores con diversas propuestas estaban listos para deleitar los paladares de comensales con todo tipo de gustos. Los alimentos se preparaban al momento, y los olores de la comida llevaban a los asistentes a asomarse y descubrir lo que más les llamaba la atención. En la planta baja se concentraron los platos fuertes: se podía disfrutar de hamburguesas de Hops & Burguers, pizzas, sándwiches de porchetta aderezados con deliciosas especias, bolitas de risotto rellenas de quesos y carnes frías, wraps y tacos de cochinita y de carne cocinada “al humo”. Las tlayudas de Huaje Gourmet, cuya propuesta busca rescatar algunas de las tradiciones culinarias del México prehispánico incorporando a sus recetas chapulines, cocopache y gusanos de maguey fueron de las más solicitadas.
Además, como una buena comida no puede estar completa sin su correspondiente bebida, Bohemia se encargó de recomendar diferentes cervezas para cada uno de los platillos de los expositores, además de organizar un taller de cata y degustación donde los asistentes pudieron probar todo tipo de cervezas y aprender a tomarlas y maridarlas.
Para los que no podemos perdonar los sabores dulces, la planta alta se convirtió en un aparador con todo tipo de postres: nieves artesanales de frutas combinadas con mezcal y tequila, helado de soya preparado al momento y una amplia propuesta de tartas y pasteles. Y para los que además de comer deseaban llevarse el sabor a casa y apoyar los proyectos emergentes, había queso de cabra artesanal, bebidas fermentadas, salsas y deliciosos chocolates combinados con cardamomo, con diferentes chiles y licores, 70% de cacao y una fusión con tocino cortesía de Metro Cacao que hizo suspirar a más de uno.
Las mesas de madera dispuestas en medio de la sala debajo de los coloridos farolitos de papel se convirtieron en el lugar perfecto para festejar a la comida como se merece, con una gran convivencia en la cual personas de diferentes entornos y edades pudieron conocerse y conversar en un ambiente festivo que terminó convirtiéndose en una fiesta amenizada por luces y música.
Además de promover el consumo local e impulsar a los negocios emergentes, Comilona es un festival sustentable, que busca ayudar a concientizar sobre el consumo responsable. El aceite es uno de los principales contaminantes del agua, ya que 1 litro puede llegar a contaminar hasta mil litros de agua. Por esta razón, se colocaron contenedores para que todo el aceite que se utilizó en la preparación de los alimentos se pudiera reciclar.
Finalmente, nos llamó la atención la propuesta de Slow Food o “comida lenta”, un programa que busca hacer contrapeso a la cultura de la comida rápida al generar conciencia sobre una alimentación no solo saludable sino también responsable, promoviendo el consumo de alimentos buenos, limpios y justos tanto para el productor como para el consumidor. Esta propuesta, además, impulsa la conservación de las tradiciones gastronómicas locales y el conocimiento de sus orígenes y sabores.
¡No podemos esperar para regresar a Comilona el próximo año, para conocer y apoyar nuevos proyectos gastronómicos!